Quienes la semana pasada visitaron la Exposición de Regalos y Joyería de Nueva Orleans pueden creer que la vida allí volvió a la normalidad.
Cientos de personas llegaron al centro de convenciones Ernest N. Morial buscando gangas en los puestos que venden de todo, desde diamantes sueltos y relojes Rolex, hasta vajilla de cristal y perfumes.
En ninguna parte se vieron señales del horror y sufrimiento que se vivieron bajo ese mismo techo hace un año, cuando más de 20.000 buscaron refugio allí tras el paso del huracán Katrina.
Durante tres días los refugiados debieron que soportar condiciones sofocantes, sin alimentos ni bebidas después de que se suspendió la asistencia.
Las horrendas escenas mostraron una subclase negra y urbana que había sido abandonada –literal y metafóricamente– por la nación más rica del mundo.
El presidente George W. Bush reconoció “la profunda y persistente pobreza de mucha gente negra y lo atribuyó a “una historia de discriminación racial . “Tenemos el deber de enfrentar esta pobreza con acciones valientes , llegó a decir.
Pero 12 meses después, la habitual atmósfera de negocios dentro el remodelado centro de convenciones demuestra que el tema de la justicia social rápidamente desapareció de la agenda nacional.
Según el diario Washington Post, Bush mencionó en público la palabra “pobreza sólo seis veces desde sus discursos posteriores a Katrina y el debate por la desigualdad racial no duró mucho más. “Katrina creó la posibilidad de que Estados Unidos se ocupe seriamente de estos temas, pero desaprovecharon la oportunidad, dice David Dante Troutt, editor de After the Storm, una colección de ensayos escritos por intelectuales negros sobre el desastre.
Pese al crecimiento de la economía, la proporción de afro-americanos que viven por debajo de la línea de pobreza subió durante la presidencia de Bush a casi una cuarta parte –el doble del promedio nacional.
Nueva Orleans es el lugar donde peor están los afroamericanos: antes del Katrina, cuatro de cada diez familias negras vivían en la pobreza y 60% de los negros pobres no tenían acceso a un auto, lo que los dejó varados cuando llegó la tormenta. Un año después, la mayoría de la población negra de la ciudad todavía está dispersa por el país, muchos sin recursos para volver y reconstruir sus viviendas.
Para muchas personas blancas, el paso del Katrina no les dejó la impresión de las imágenes de la pobreza, sino las fotos de los negros saqueando comercios y los informes de violaciones y asesinatos dentro del centro de convenciones y Superdome. “Muchos blancos vieron los saqueos como el incumplimiento de un contrato social , cuenta Lance Hill, director ejecutivo del Instituto para la Educación e Investigación en la Universidad Tulane en Nueva Orleans.
Posteriores investigaciones demostraron que los informes periodísticos fueron totalmente exagerados. Pero la percepción de que Nueva Orleans se había caído en una anarquía detuvo los esfuerzos de rescate, porque los funcionarios pasaron a concentrarse más en la seguridad que en la asistencia a los damnificados.
Cuando el año pasado el huracán Katrina destruyó la mayoría de las viviendas de la ciudad y su infraestructura, se interrumpió un crucial eslabón de la cadena de abastecimiento de la industria energética.
Nueva Orleans está rodeada de kilómetros de pantanos que dominan el paisaje del sur de Louisiana y representa uno de los ecosistemas más importantes de Estados Unidos.
Hace décadas que Louisiana está perdiendo los pantanos porque los diques construidos sobre el Río Mississippi para evitar inundaciones redujo la cantidad de sedimentos y nutrientes.
El doble golpe de los Huracanes Katrina y Rita aceleraron su destrucción. Desde la década del ‘30, se perdió un área equivalente al tamaño de Delaware.
Los huracanes sumaron urgencia a la campaña para salvar los pantanos y obligaron a Washington a prestar atención después de años de ignorar los pedidos de Louisiana.
Louisiana está buscando respaldo para un programa de recuperación de pantanos por u$s 14.000 millones. Los expertos sostienen que sería uno de los proyectos de ingeniería más grandes del mundo. Para financiarlo, el estado quiere una porción de los u$s 7.000 millones en regalías que las compañías energéticas pagan al Tesoro estadounidense cada año para poder hacer perforaciones en el Golfo de México. “Estados Unidos depende de Louisiana para su seguridad energética, porque una tercera parte del petróleo y gas que consume el país proviene de nuestra costa , aseguró Sidney Coffee, asistente de la gobernadora de Louisiana, Kathleen Blanco.