La República Argentina llega a su Bicentenario en un escenario internacional agitado por cambios profundos. Un nuevo orden global se está gestando tras una crisis financiera que estalló en el denominado primer mundo en 2008, y que sigue dando coletazos.
La historia recordará a Mayo de 2010 como la fecha en la que Europa sumó esfuerzos para que sobreviva su moneda común y no sucumba una extraordinaria estructura política y económica acostumbrada a jugar en la cancha de los grandes. Al Viejo Continente le llegó la hora del ajuste, la disciplina fiscal y las protestas sociales con un final abierto. El desencanto se hizo oír en las urnas con la derrota del ex premier británico Gordon Brown y la pérdida de la mayoría en el Senado de la actual canciller alemana Angela Merkel,
Mientras, del otro lado del Atlántico, Estados Unidos –que conserva su rango de superpotencia mundial– experimenta una lenta recuperación económica pero todavía no logra resolver su astronómico déficit fiscal. En el plano externo, su atención está lejos de América latina. La irresuelta guerra contra los talibanes en Afganistán, la retirada de Irak, Corea del Norte y el plan nuclear de Irán, son sus prioridades.
Como señala el analista Carlos Pérez Llana, “estamos ante la paradoja de que quienes poseen un mayor poder relativo no pueden confiar en él para poner orden .
Ésta es la época de los países emergentes, del resurgir de Asia como potencia, de avances tecnológicos vertiginosos, de un mundo hiperconectado, en la que a la vez perduran naciones sumidas en la pobreza, las guerras fratricidas y el desamparo.
Los países que integran el denominado grupo BRIC (China, India, Brasil y Rusia) ya no quieren permanecer en primera B. Sus estructuras económicas las avalan en sus reclamos de voz y voto sobre las grandes decisiones mundiales, y están decididas a ejercerlos.
El club de los cinco países que integran el Consejo de Seguridad permanente de la ONU con derecho a veto (EE.UU., Rusia, Gran Bretaña, Francia y China) ha quedado chico y naciones como Brasil no van a detener su ofensiva hasta integrarlo.
Además, al enfrentar a las grandes potencias respecto de la política nuclear de Irán, y encontrar a Turquía como aliado en esta posición, el presidente Luiz Inacio Lula da Silva le está abriendo paso a la diplomacia ‘Sur-Sur‘, un fenómeno incipiente, pero con peso.
El escenario latinoamericano sigue dividido por cuestiones fundamentalmente ideológicas. El permiso otorgado por Colombia para que EE.UU. use sus bases militares y el golpe de Estado en Honduras son los hechos que más ahondaron las diferencias. Las ínfulas de Chávez por difundir su revolución bolivariana en el continente han quedado un poco devaluadas de la mano de la caída de los precios del petróleo. Pese a las diferencias, los intentos de unidad persisten como el Mercosur y el más reciente: Unasur.
Doscientos años después de la Revolución de Mayo, la Argentina ocupa una posición intrascendente en los foros mundiales. Para los ojos extranjeros es un país impredecible y poco confiable, percepción que nos ubica en un puesto muy bajo en el ranking de inversiones.
Recuperar prestigio dependerá, en gran medida, de las acciones de quienes nos gobiernan. En los tiempos que vienen, la Argentina puede volver a ser un país con un destino de grandeza, o permanecer aislada y sumida en la irrelevancia.