Cerca de la entrada del Auto Show en Beijing se puede observar una réplica de la limosina “Red Flag de 1958, que fabricaba China First Auto Works porque Mao Zedong insistía en que el gigante oriental debía contar con su propia marca de lujo. Ahora, 52 años después, finalmente se está cumpliendo el sueño del líder comunista, y de una manera que jamás pudo haber imaginado.
En toda la exposición, que está abierta hasta el 2 de mayo, se observan evidencias de cómo las automotrices chinas están tratando de trepar por la escalera del lujo hasta llegar a los niveles de alta gama anteriormente dominados por compañías como Audi y Mercedes. El ejemplo más notable de esto es, por supuesto, la reciente adquisición de la sueca Volvo por parte de Geely, la automotriz china, por la suma de u$s 1.800 millones. Beijing Automotive también compró tecnología Saab a GM.
Pero los fabricantes chinos no están sólo haciéndose de modelos premium extranjeros, también están creando lujo dentro del país. Prácticamente, todas las empresas chinas presentes en la exposición están mostrando una amplia gama de productos de marca propia, desde los diminutos autos urbanos hasta las camionetas 4X4, que están poniéndose de moda justo cuando en occidente cayeron en desgracia.
Exactamente en el mismo momento en que las automotrices chinas intentan alcanzar el mercado del lujo, sus pares extranjeras están bajando la escalera para concentrarse en vehículos más pequeños y baratos que atraigan a los chinos que por primera vez acceden a un auto. Y las empresas occidentales están ofreciendo todo lo que pueden en China: la mejor tecnología, los mejores diseños, lo que sea para atraer a los consumidores de este mercado automotriz que ahora es el más grande del mundo.
Incluyen lo que atrae a los consumidores chinos. Esto significa de todo, desde ópticas inclinadas y cromado adicional hasta espacio más amplio para las piernas en los autos conducidos por choferes.
Li Shufu, presidente de Geely, dijo a Financial Times que las automotrices chinas, en comparación con las occidentales, están al menos una década atrasadas en lo que se refiere a la calidad de su tecnología. Pero no hay duda de que están alcanzándolas con rapidez.