La ola expansiva de la economía mundial ha tenido –como no podía ser de otra manera– al comercio como pilar y correa de transmisión. Así, las perspectivas para nuestro país implican que el contexto favorable se prolongue a lo largo de 2004, año en que el PIB mundial crecería en torno de 4% (3% en el 2003) y el comercio de bienes y servicios lo haría 6,0% en volumen (3,0% en el 2003). Buenas noticias para América latina, cuyas exportaciones podrían crecer en volumen levemente por encima del promedio mundial: alrededor de 7% en volumen y 6% en valor.
Para algunos países latinoamericanos, el comercio tuvo en 2003 matices diferenciales: para un conjunto de economías el crecimiento de las exportaciones en valor fue entre 10 y 15% (Argentina, Brasil, Chile y Ecuador), para otros del orden del 4% (México, Colombia) en tanto, en Venezuela se verificó una contracción.
Para 2004 se espera otro salto de exportación en Chile y México, superior al 10%, y un crecimiento más moderado en Brasil. Los precios de los productos primarios –si excluimos combustible– se recuperaron en 2003, pero aún se encuentran 10% debajo del nivel de 10 años atrás; la tendencia todavía favorable que se espera para el 2004 cerraría la brecha.
En la Argentina, la conjunción de aumentos de volumen y de valor se enlazaron y efectuaron un aporte significativo a la sustentabilidad de la economía. En términos agregados, dos tercios del aumento de sus exportaciones se debió al efecto precios y un tercio al efecto volumen físico. De esta manera, los precios han vuelto a los niveles del año 1998 en promedio.
En 2003 la expansión de las exportaciones estuvo liderada por las de Productos Primarios, MOA (por encima del 20% en ambos casos con aumentos en volumen y precios) y Combustibles (también 20% pero solo por precio).
En cambio, las exportaciones MOI declinaron levemente en promedio, con bajas en volumen físico en las correspondientes a Metales y Material de Transporte. De esta manera, el incremento de las exportaciones totales del orden del 12,5% efectuó una contribución importante al crecimiento del PIB y al financiamiento del incremento de las importaciones consistente con la reactivación de la economía.
En el 2004 las exportaciones argentinas tendrían una oportunidad de crecer por 1) el entorno mundial descripto; 2) los precios actuales, aún luego de la recuperación del 2003 no están entre los más elevados en clave histórica comparada; 3) está previsto que China –que absorbe ya 5% de las exportaciones argentinas– crezca 8% y aumente sus importaciones globales 20%; es decir unos 80,0 miles de millones de dólares; 4) a su turno, el crecimiento del PIB de Brasil ascendería a 3,5% y sus importaciones 15% y ello daría impulso a las exportaciones MOI de Argentina.
Por lo tanto, un incremento en valor de 10% parece altamente probable, condicionado a la evolución de la demanda doméstica.
Hasta acá las buenas noticias. Porque la volatilidad de los precios internacionales que la Argentina exporta y la pasada inestabilidad macroeconómica regional, han dejado enseñanzas que no se pueden desaprovechar: Si los precios de exportación del año 2002 hubieran sido similares a 1996, las exportaciones hubieran sido 7,0 miles de millones de dólares más elevadas, cifra equivalente a la mitad de la salida de capitales de ese año (la literatura respecto de los factores económicos que incidieron en la crisis del 2001, concentrada en el freno brusco del ingreso de capitales, quizás subestima la importancia de este factor).
Es aconsejable que el diseño de la política económica e internacional deba tener esta realidad presente para enfrentar escenarios volátiles con políticas prudentes en la administración del gasto interno, con un sesgo anticíclico que mitigue las consecuencias de una caída de los precios externos sobre la actividad económica, los ingresos fiscales, la liquidez doméstica, etc. En ese sentido, alimentar burbujas –como ocurriera a mediados de los ’90 y antes del Tequila– a la larga tiene más costos que beneficios.
En el plano internacional, la prioridad otorgada a la expansión del comercio, que perdura a través de las sucesivas administraciones –con naturales matices– es relevante para mitigar la volatilidad global. Lo demuestra el desarrollo del mercado de China.
En el marco regional y continental, la integración es una oportunidad para encontrar fórmulas que den estabilidad y crecimiento al comercio argentino, como lo indican los estudios de impacto realizados desde el año 2000 en la Cancillería. Y por esa vía, generar condiciones propicias para la inversión y el aumento del empleo.