La apreciación cambiaria y la mejora de los salarios medidos en dólares siguen impulsado los viajes al exterior. La tendencia se refleja, entre otras cosas, en los niveles de consumos en moneda extranjera a través de tarjetas, que marcan nuevos máximos nominales desde 2003. A la vez, anticipan que la demanda seguirá alcista en julio, con las vacaciones de invierno. A finales de junio, el stock de préstamos en moneda extranjera con tarjetas rozó nuevamente los u$s 700 millones, similar a lo observado en los meses anteriores. Sin embargo, se trata del junio con las cifras más altas, por lo que superó a los máximos nominales que tocó el mismo mes de 2017 (u$s 430 millones) y 2018 (u$s 560 millones), en la presidencia de Mauricio Macri. "La suba del consumo en dólares con tarjetas de crédito responde a diferentes factores. No sólo a las fuertes subas en el turismo emisivo, sino también a la recuperación del consumo vía courier (mayo, superaron el monto de todo 2024). Para los próximos meses, la proyección es que se mantenga al alza", destaca la consultora Analytica. Pablo Lazzati, CEO de Insider Finance, afirma que, por ahora, no afecta considerablemente a la macro. Además, resalta que no debería preocupar la demanda que habrá en julio, teniendo en cuenta los más de u$s 4000 millones que se pagarán a los tenedores de títulos de deuda en dólares, a lo que se suman los fondos de las cuentas CERA que se liberarán en los próximos meses. "El repunte de los consumos en dólares con tarjeta se da en un contexto en el que la actividad económica se mantiene más firme de lo esperado y el tipo de cambio sigue en niveles relativamente bajos en términos reales, lo que incentiva el consumo en moneda extranjera. El mayor gasto en dólares luce como un comportamiento racional ante precios 'baratos' en dólares (peso fuerte)", agrega Auxtin Maquieyra, de Sailing Inversiones. Maquieyra sostiene que la clave será la dinámica del tipo de cambio real, ya que, a diferencia de otros períodos, hoy el régimen cambiario es flexible, lo que permite que eventuales desequilibrios externos se ajusten con el precio, sin perder tantas reservas del Banco Central. Esto otorga mayor resiliencia frente a shocks y reduce el riesgo de un ajuste abrupto vía controles. "Si el financiamiento externo se sostiene, no debería haber una corrección desordenada del tipo de cambio. En el eventual caso de falta de financiamiento en moneda extranjera, habrá una presión alcista sobre el tipo de cambio que, de no mediar volatilidades desmedidas, no debería hacer actuar al Banco Central", agrega Maquieyra.