El Banco Central mantuvo su ley de "60-40" para el 2023: las empresas que enfrenten vencimientos de deuda deberán refinanciar el 60% y sólo tendrán acceso a divisas por el 40% restante. La resolución de la entidad monetaria no sorprendió dada la escasez de dólares en las reservas y el particular mecanismo de "restructuración obligada" que ya estaba vigente desde el inicio de la gestión de Alberto Fernández. Hace dos días Tecpetrol anunció la cancelación anticipada de su bono global que vencía el 12 de diciembre por u$s 500 millones. Cumpliendo con la ley del "60-40", dado que sólo requerirá del BCRA u$s 200 millones. Pagará u$s 300 millones con los ingresos obtenidos de un préstamo sindicado acordado con el Santander y el Itaú. Evitó así la ardua tarea de tener que ofrecer a los tenedores del bono un canje de deuda. "Tecpetrol se suma a Pan American Energy en ser los únicos emisores que no cayeron en ofertas de canjes de deuda para cumplir con sus vencimientos", señala en su último informe Portfolio Personal Inversiones. Cuando las empresas avizoraron que en toda la gestión de Alberto Fernández el acceso a divisas iba a ser muy complicado, se lanzaron a refinanciar las emisiones de deuda en el exterior. IRSA, Edenor y Pampa lo hicieron anticipadamente. Arcor está en pleno proceso de canje de un bono que vence en el 2023 por u$s 500 millones. Pero hay una rezagada en este proceso: se trata de AYSA, la empresa que conduce Malena Galmarini. En 2018 se emitió un bono a cinco años de plazo con una tasa anual de 6,27% por u$s 500 millones. "El precio del bono se acerca a los u$s 60, reflejando una escasa probabilidad de que la empresa pueda cumplir con el pago", advirtió PPI. Fuentes oficiales destacaron a El Cronista que "se tratará de evitar el incumplimiento por todos los medios". Quien está encabezando la delicada negociación con tenedores es Daniel Marx, quien integra, sin despacho, una suerte de comisión asesora del ministro Sergio Massa en lo concerniente a mercado de capitales y deuda. El contexto internacional complica las renegociaciones. En una situación en la que los fondos de inversión extranjeros se deshacen de todos los activos financieros riesgosos, las ofertas para estirar pagos de vencimientos deben hacerse con jugosas tasas de interés que compensen la incertidumbre reinante. La deuda de empresas en la plaza doméstica es menos compleja de renegociar, aunque los costos financieros se incrementaron dramáticamente. Lo que manda igualmente es el país: con un riesgo argentino por encima de los 2820 puntos, no existen milagros para las empresas locales. Deben convalidar en las tasas de financiamiento, lo que hoy sufren: restricciones oficiales para cumplir con los pagos.