Los firmantes europeos podrían perder la batalla por disuadir a Donald Trump de anunciar que Irán no está cumpliendo con un acuerdo nuclear rubricado por seis potencias mundiales en 2015. Ahora están analizando cómo impedir que la situación empeore.

En el caso de que el presidente norteamericano decida no certificar el acuerdo ante el Congreso, los posibles escenarios son tres.

Sobrevive el acuerdo

Los defensores del pacto y la administración de Trump convencen al Congreso de no volver a imponer sanciones nucleares norteamericanas contra Irán, lo que podría significar que Washington está violando el acuerdo y, por lo tanto, existiría el peligro de que se caiga.

El Congreso también cambia la legislación que exige al presidente certificar cada 90 días si Irán está cumpliendo con el acuerdo; ya sea que alarga el lapso de tiempo entre cada certificación o modifica los criterios. Ésa sería una salida para que Trump no tenga que declarar públicamente que Irán no está violando un compromiso que él mismo describió como "el peor de la historia".

Un camino tranquilo también implica convencer a Trump de retirar el requisito parlamentario, exigido por una ley que él promulgó en agosto, de declarar a la Guardia Revolucionaria de Irán como organización terrorista el 30 de octubre. Teherán sugirió que si Washington le apunta a la Guardia, una de las fuerzas más poderosas de la república islámica, lo tomará como una rescisión del acuerdo.

Renegocian

El Congreso no vota volver a imponer las sanciones y Norteamérica no deja caer el acuerdo y trata de renegociarlo. La administración Trump aprovecha la incertidumbre para presionar a los aliados europeos para que modifiquen lo que él considera fallas del pacto y adopten una estrategia más dura hacia la república islámica.

Los firmantes europeos sostienen que no se puede cambiar el acuerdo pero presionan para que se haga una interpretación más estricta de las normas y que haya mayor acceso a los lugares militares. Sugieren diferentes maneras de abordar los temores de la administración Trump más allá del alcance del acuerdo en sí, como comenzar negociaciones de un nuevo pacto para cubrir el período posterior a 2025, cuando expire el actual compromiso, o un programa de misiles balísticos de Irán

El Senado brinda apoyo a cualquier estrategia más severa impulsada por Trump mediante una resolución no vinculante. EE.UU. tarda en llegar a un acuerdo para que Boeing venda aviones por u$s 20.000 millones a Irán y fija nuevas sanciones no nucleares contra la república islámica, pero no incluye a la Guardia Revolucionaria en su lista de organizaciones terroristas. La incertidumbre en torno a los compromisos internacionales de EE.UU. tras la "decertificación" hace que sea más difícil el trabajo con los aliados europeos para que encaren las actividades regionales de Irán y para que Norteamérica avance con las negociaciones con Corea del Norte. Irán asegura que EE.UU. ha debilitado el acuerdo al obstaculizar la tan necesaria inversión extranjera en la república islámica y busca acciones contra los intereses norteamericanos en la región, incluyendo Siria, Líbano, Yemen e Irak. Crece la inestabilidad regional.

Vuelven las sanciones

El Congreso vuelve a fijar sanciones nucleares, disminuyen las perspectivas de que sobreviva el acuerdo y EE.UU. es criticado por ser el agresor unilateral contra el acuerdo. Los aliados acusan a Washington de no estar a la altura de los pactos internacionales. Trump designa a la Guardia Revolucionaria como organización terrorista, lo que Teherán considera un acto hostil y una señal de que Washington está avanzando hacia un cambio de régimen. Los europeos introducen una legislación en un intento por aislar de las sanciones norteamericanas a sus empresas que operan en Irán. Pero el dividendo económico que promete el acuerdo se debilita aún más. Esfuerzos por mantener vivo el pacto. Irán es libre de reanudar el enriquecimiento nuclear sin restricciones y con mejor know-how. Crecen las tensiones en Medio Oriente.