
Si son correctas las proyecciones nuevas que ha elaborado la Oficina de Presupuestos del Congreso (CBO, por sus siglas en inglés), los republicanos llegarán a las elecciones de mitad de término a realizarse en noviembre con la economía norteamericana funcionando a un ritmo mucho mayor de lo que se había pronosticado el año pasado.
En aquel entonces, la CBO preveía para 2018 un crecimiento de 2%. Ahora, sus previsiones sostienen que la expansión va a ser de 3,3% en el cuarto trimestre comparado con un año atrás, con un desempleo que va a estar bajando a sólo 3,5%, una tasa no registrada desde fines de la década de los sesenta.
Por lo tanto, en un nivel, con el paquete impositivo de u$s 1,5 billones de los republicanos, el GOP va a lograr lo que tanto quería: un estímulo para el crecimiento que pueda mitigar el sufrimiento de las elecciones de mitad de término que probablemente se vean eclipsadas por la pobre popularidad del presidente norteamericano Donald Trump.
Sin embargo, la realidad que muestra el informe es más oscura. La noción que sostuvo el secretario del Tesoro estadounidense Steven Mnuchin durante todo el año pasado de que las reducciones de impuestos se pagarían por sí solas ha quedado desmentida: el déficit desde 2018 hasta 2027 será u$s 1,6 billones mayor que lo que había proyectado anteriormente la CBO.
Peor aún, la previsión sugiere que las reformas impulsadas por el actual Congreso no están transformando el panorama económico a largo plazo de Estados Unidos. En parte eso se debe a que están ignorando parte de los orígenes del malestar general provocado por el reducido crecimiento.
Es cierto que la tasa de crecimiento potencial que mide el límite de velocidad efectiva de la economía podría subir hasta 2% anual desde 2018 hasta 2022 dado que los recortes de impuestos impulsan la inversión y más gente se siente motivada a incorporarse a la fuerza de trabajo.
Pero la CBO calcula que esos beneficios son fugaces. Desde 2023 en adelante, sospecha, el crecimiento potencial va a disminuir a 1,8% anual, obstaculizado por factores entre los cuales se incluyen subas de las tasas de interés y los efectos del desplazamiento del peso de la deuda pública que va rumbo a ser equivalente al 100% del Producto Bruto Interno (PBI).
Por supuesto, esas proyecciones de la CBO pueden terminar siendo demasiado pesimistas. El mercado laboral estadounidense ultra ajustado podría empezar a alentar a las compañías a aumentar la inversión en tecnología que permite reducir la necesidad de mano de obra: los chefs robot son la última obsesión entre los economistas.
Eso podría elevar el crecimiento potencial de la productividad más allá de la reducida tasa de 0,9% registrada entre 2008 y 2017. Pero ¿hay realmente alguna razón para esperar que el crecimiento de la productividad supere de manera sostenible el promedio anual de 1,5% registrado de los años ochenta?
El crecimiento de la fuerza laboral, el otro ingrediente de la previsión económica a largo plazo, es de un irrisorio 0,5% anual, menos de la mitad del ritmo registrado allá por la década de los noventa. Es difícil de escapar de la demografía. Pero Estados Unidos podría hacer más por incrementar la participación de la población económicamente activa en la fuerza laboral.
El mercado laboral súper ajustado sin duda cumple una función en esto. De hecho, la denominada tasa de participación en la fuerza de trabajo durante la edad más productiva, tanto en hombres como mujeres, subió desde los mínimos de 2014 y 2015.
Pero tal como señala Mary Daly, economista jefe del Banco de la Reserva Federal de San Francisco, en un informe reciente, la participación de los trabajadores en su edad más productiva en Estados Unidos difiere en gran medida de los niveles de otras economías avanzadas; está bajando a tasas muy inferiores a las registradas en Alemania, Canadá y el Reino Unido. Eso sugiere que algo anda muy mal en Estados Unidos, algo que la demografía sola no puede explicar.
Están operando múltiples factores. Alan Krueger de la Universidad de Princeton, por ejemplo, vinculó la menor participación de los hombres en la fuerza de trabajo con el creciente uso del opioide. La participación femenina se ve contenida por las actitudes retrógradas hacia la licencia por maternidad.
Daly señala que en 2020 se necesitarán más empleados estadounidenses con títulos de grado que con diplomas de escuela secundaria, algo que sucederá por primera vez en la historia. Sin embargo, se prevé que para ese año la porción de trabajadores jóvenes hispanos y negros que completen sus títulos universitarios se reducirá enormemente a menos de 25%.
"Dada la importancia que tiene la educación en la participación de la fuerza laboral, en el empleo y los salarios, igualar el nivel educativo en todos esos grupos tiene grandes beneficios para la economía", agregó.
Le corresponde a Washington diseñar políticas creativas para abordar estos lastres que afectan a la economía en el largo plazo.
El veredicto sobre el crecimiento que dio la principal oficina de presupuestos del país sugiere que las autoridades del país se están quedando cortas.











