En las elecciones generales británicas de esta semana probablemente nadie consiga una victoria aplastante, ni los conservadores ni la oposición encarnada en el partido laborista. Frente a ese pronóstico, los participantes del mercado financiero no saben qué clima político tendrán que enfrentar.

Pero quienes están intranquilos por las implicancias de las diferentes políticas que impulsan los partidos con respecto a la economía y a la permanencia en la UE podrían bien estar preocupándose por el tema equivocado.

Lo que es más importante, pero que recibe menos atención, son los diferentes enfoques de los principales partidos y sus aliados en cualquier coalición en cuanto al sector de los servicios financieros que todavía tiene que recuperar su credibilidad tras la crisis global.

Los manifiestos de los conservadores y laboristas proponen políticas discretas para la gestión económica; sin embargo, su capacidad para implementarlas está sujeta a considerables limitaciones políticas y económicas.

Como ningún partido obtendría una mayoría importante, hay poco margen para que haya grandes giros en las políticas. Ninguno querrá poner en peligro una recuperación que es impresionante en creación de empleo pero que, a juzgar por los datos del PBI publicados la semana pasada, todavía tiene que echar raíces. Probablemente se modifique el enfoque actual; y una relajación de la austeridad y las medidas estructurales marginales impulsarán la productividad y el crecimiento.

En ausencia de una alianza extrema que involucre al Partido Nacional Escocés o el Partido de la Independencia del Reino Unido, los dos principales partidos probablemente tomen enfoques similares en cuanto a inmigración y política exterior, al menos lo suficientemente parecidos para los mercados financieros. La diferencia parece mayor cuando se trata de la UE.

Como los Tories prometen un referéndum sobre la permanencia o no en Europa, una victoria para ellos inicialmente provocará más incertidumbre. Al debilitar el acceso de las compañías británicas a tan enorme mercado, una salida de la UE por parte del Reino Unido implicaría menores ganancias. Las acciones tendrían un desempeño inferior en el mercado mientras que los spreads de los bonos se ampliarían porque los mercados tendrían en cuenta en los precios el mayor riesgo de volatilidad. Sin embargo, lo más probable es que si hay votación, el resultado sea en contra de abandonar la UE. Podría tener lugar después de que un reelegido primer ministro David Cameron se asegure concesiones por parte de los otros líderes europeos. Esas concesiones no serían suficientemente importantes como para alterar el funcionamiento del mercado único pero suficientes para que los Tories se unan a otros partidos en apoyar la permanencia en el UE. En dichas circunstancias, los votantes británicos probablemente elijan quedarse.

En realidad, la diferencia probablemente más grande, y la que tiene un mayor impacto potencial para el mercado financiero, está en otro lugar.

Un gobierno laborista tendría un enfoque menos tolerante hacia los servicios financieros que aún no gozan de total confianza. Sería más abierto a una regulación más severa, a límites de pago y a seguir adelante con las causas legales de gran notoriedad. Se involucraría en animados debates con las compañías que amenazan, como HSBC, con mudar al extranjero sus casas matrices, y se inclinaría menos por combatir las regulaciones de la UE.

Con la reducción del sector como resultado, los mercados fijarían mayores primas de riesgo para los bonos y acciones debido a una posible caída en los niveles de liquidez.

Ese ajuste podría ser pronunciado. Por lo tanto, se podrían necesitar más medidas para impulsar el crecimiento y validar los altos precios de los activos financieros, incluyendo inversión en infraestructura y reforma impositiva. La alternativa es precios de los activos que convergen con los fundamentals más bajos, y corren el riesgo de contaminar la economía en general.

Por lo tanto, los mercados deberían dejar de preocuparse por los típicos temas sobre economía y la UE, y en cambio concentrarse en estar atentos a que no se asigne un precio demasiado bajo al riesgo de liquidez.

* El autor es asesor económico jefe de Allianz y preside el Consejo de Desarrollo Global del presidente Barack Obama.