
En 1989, compró los viñedos Château Latour, nueve años más tarde, el museo de cera de Madame Tussauds, seguido de inversiones en Lazard y la productora de televisión que hizo Baywatch.
Ahora, Pearson vendió dos de sus activos más importantes: el Financial Times y 50% de su participación en la revista de The Economist, por una suma total de £1300 millones.
Pero si John Fallon, el CEO de Pearson, pensó que un enfoque más limitado lograría atraer automáticamente más inversores, quizás se desilusione.
Las acciones en Pearson, la empresa de educación más grande del mundo, cayeron un 20% desde fines de marzo. Ni siquiera la venta del Grupo Financial Times y la participación en el Grupo The Economist Group en más de lo que la mayoría de los analistas había estimado logró invertir la tendencia.
"Es interesante", afirma David Reynolds, analista de Jefferies. "Hay una percepción de que el impacto de la tecnología y todo lo digital aún debe seguir su curso en las editoriales educativas".
Algunos inversores cuestionan la capacidad de Pearson de sacar provecho de esto después de cuatro años sin crecimiento de ingresos orgánicos. Si bien la empresa ahora cuenta con el efectivo para realizar grandes adquisiciones, existen dudas sobre su capacidad de comprar en forma inteligente.
"La mirada de los inversores está puesta en ellos", sostiene uno de los 10 accionistas más importantes. "Nos sentamos con ellos para hablar de los retornos [de las adquisiciones]".
Otro accionista importante advierte: "Se deben ordenar muchas cosas, especialmente en Estados Unidos. Lo último que se quiere en el momento es embarcarse en otra adquisición".
Fallon afirma que Pearson está "al borde de otro período de crecimiento subyacente convenido". Está intentando pintar a Pearson como una mera empresa de educación que puede introducir software a nivel mundial, y vender sistemas de aprendizaje más costosos en vez de libros de texto.
La antigua Pearson -como un analista recuerda la empresa aproximadamente entre 2005 y 2010- se mantuvo a flote gracias a la inversión del gobierno en educación y crecimiento económico y contratos en Estados Unidos. Gastó miles de millones de libras en la adquisición de empresas de educación digital y de mercados emergentes.
Desde entonces, sin embargo, la empresa enfrentó tres fuertes vientos en contra.
En primer lugar está lo que la empresa denomina presiones cíclicas, principalmente en Estados Unidos, de donde procedió el 60% de los 4900 millones de libras de ingresos que el grupo obtuvo el año pasado. Estas presiones incluyen una recuperación económica que es muy precoz para impulsar la matrícula de la universidad, y la oposición política en algunos estados al Common Core, un plan respaldado por el gobierno federal para aplicar las normas de la escuela común en todo el país, para lo cual Pearson es un proveedor clave.
En segundo lugar está el cambio de libros de texto y materiales impresos por productos y servicios de enseñanza digital. Pearson culminó un plan de reestructuración de dos años a fin del año pasado, que implicó el cierre de algunas librerías y la remodelación de los equipos de ventas. Pero esto puede no ser suficiente, dado que otras empresas de medios han luchado para hacer dinero a partir de formatos digitales, afirma Simon Baker, analista de Société Générale.
En tercer lugar está el legado de adquisiciones rápidas, que dejó a Pearson con una variedad de tecnologías e infraestructuras. Hoy cuenta con unos 50 centros de datos en Estados Unidos y su software educativo a menudo se construyó de manera diferente. Fallon sostiene que este spaghetti se terminará de desenredar, en gran medida, a fines de 2017, lo que permitirá reducir los costos de tecnología y aumentar los márgenes de beneficio a partir del año siguiente.
Agrega que Pearson hoy cuenta con cuatro áreas de interés que impulsarán el crecimiento: escuelas virtuales; universidades en línea; escuelas de idiomas privadas, como Wall Street English en China; y cursos de educación superior, incluyendo materiales digitales.
Invertir en estos productos es la prioridad de Pearson. "Hoy (estos productos) representan la mitad de nuestros ingresos; y pronto alcanzarán el 75%", sostiene Fallon.
Claudio Aspesi, analista de Bernstein, afirma que Pearson está "finalmente se está ocupando de integrar los negocios de la educación digital en un conjunto coherente de productos y servicios".
Desde 2010, Pearson gastó 2800 millones de libras en efectivo en adquisiciones. Dos de las más grandes -la cadena de escuelas de idiomas Grupo Multi y SEB, que vende sistemas de enseñanza- se encontraban en Brasil, un mercado liderado por Fallon que posteriormente entró en recesión.
Fallon ha procurado garantizar a los inversores que Pearson no tiene apuro por efectuar más compras. Antes de 2010, "empujábamos un poco los límites", admitió Fallon. Ahora declara: "No buscamos un territorio virgen. Queremos sumar a las plataformas de crecimiento que ya que tenemos".
Algunos analistas ya aplicaron paños fríos a los rumores que corrían sobre la compra de la empresa de software educativo Blackboard, cuyos propietarios privados están mirando una salida multimillonaria. Parece que no va a estar en la lista de objetivos de Pearson.













