Japón quedó al borde de una recesión técnica debido a que con los malos datos de producción industrial puede haber un segundo trimestre consecutivo con crecimiento negativo.
La producción industrial de agosto un componente crucial del PBI inesperadamente cayó 0,5% después de un descenso de 0,6% en julio.
Las cifras sugieren que el sacudón proveniente de la desaceleración económica china, junto con el débil consumo interno, podrían agobiar el estímulo conocido como Abenomics.
"Probablemente ya estemos en recesión técnica", aseguró Masamichi Adachi, economista de JPMorgan en Tokio, que pronosticó una contracción anualizada de 1% en el tercer trimestre después de 1,2% en el segundo período.
Con compañías que esperan un incremento de la producción industrial de sólo 0,1% en septiembre, es casi seguro que se registre una contracción general para el tercer trimestre, lo que lleva a que varios economistas prevean una baja del PBI.
Una segunda recesión en el espacio de dos años sería un duro golpe para el primer ministro Shinzo Abe, cuyo atractivo político está en su promesa de poner fin a dos décadas de deflación y de recuperar el crecimiento económico.
En una entrevista con Financial Times esta semana, el asesor económico de Abe, Etsuro Honda afirmó que era "urgente" el estímulo fiscal adicional, mientras que un creciente número de analistas espera que el Banco de Japón amplíe su estímulo monetario a fines de octubre.
"No quiero decir que ésta es una recesión verdaderamente seria que está cambiando la dinámica general de la economía", aseguró Adachi, agregando que con una tendencia de crecimiento de sólo 0,5% Japón siempre está el borde de la recesión técnica. Pero afirmó: "Esto debería ser un disparador para que el Banco de Japón tome medidas".
El Banco de Japón se muestra reacio a ablandar más la política monetaria porque cree que está funcionando, con constantes bajas de la tasa de desempleo local, salarios más altos y señales de un incremento en la presión inflacionaria nacional.
Pero una serie de shocks a la demanda, desde el alza del impuesto al consumo el año pasado hasta la desaceleración de China, están socavando los progresos.
El dilema del Banco de Japón es especialmente difícil porque se supone que su política funciona generando expectativas de inflación futura. La demanda débil debilita esa creencia por parte de los japoneses.
La semana pasada Janet Yellen, la presidenta de la Reserva Federal de Estados Unidos, implícitamente criticó la política del Banco de Japón en un discurso: "Soy algo escéptica en cuanto a la verdadera eficacia de cualquier política monetaria que se base principalmente en la capacidad teórica del banco central de influir en las expectativas inflacionarias de la gente".
El Banco de Japón tiene una amplia gama de opciones para ablandar más la política. Podría elevar el ritmo de las compras de activos que ahora están en 80 billones de yenes (u$s 670.000 millones) anuales; ampliar la variedad de activos que compra; y usar herramientas de comunicación para indicar cuánto tiempo mantendrá blanda su política monetaria.
Hubo otra señal de demanda interna débil ayer con ventas minoristas que apenas subieron 0,8% interanual comparado con las expectativas del mercado de 1,5%.
Hoy el Banco de Japón publicará un estudio sobre el ánimo de las empresas y los datos del empleo se sabrán el viernes.
