Hasta ahora, los nuevos ricos de China por ningún motivo estaban dispuestos a comprar artículos usados, aunque fueran Hermès. Pero a medida que madura el mercado chino de artículos de lujo, está surgiendo un nuevo tipo de comprador de productos exclusivos: los que adoran las gangas más que los logos.
Por todo el país aparecieron tiendas que compran, alquilan y reparan prendas o accesorios de lujo, además de sucursales de comercios de Japón y Hong Kong que venden en consignación artículos de segunda mano.
Milan Court fue una de las primeras tiendas de usados en Shanghai; abrió sus puertas hace ocho años. Pero su propietaria Liu Lian contó que recién ahora colocó su logo en las bolsas donde entrega la mercadería porque a los consumidores les daba vergüenza que se supiera que adquirían productos usados.
Ahora hay señales de que ese estigma está desapareciendo. Desde 2009, las ventas anuales de Milan Court registran crecimientos de dos dígitos. Liu abrió seis locales en Shanghai y planea expandirse a otras provincias.
No me interesa que la gente sepa que llevo carteras de segunda mano, comentó Nidia Yuan, una cliente frecuente de Milan Court. Creo que vale la pena a esos precios, agregó convencida.
Ju Geng, una tienda segunda mano de Shanghai, tiene sus estantes repletos de carteras nuevas y apenas usadas marca Gucci, Louis Vuitton y Hermès. Salen desde 2.000 yuanes (u$s 320) la más barata de Gucci hasta 400.000 yuanes la Birkin piel de cocodrilo de Hermès.
Liu y sus rivales sostienen que la gente que vende las carteras no lo hace por dinero, a diferencia de lo que sucede en Occidente donde los consumidores se deshacen de los artículos lujosos en tiempos de vacas flacas.
Aún en este momento, que el crecimiento económico en China continental ha disminuido a 7,4%, nadie está vaciando sus placares con carteras Gucci para alimentar a sus hijos.
Jo Zhou, gerente de Ju Geng, señaló que la popularidad de los comercios de segunda mano tiene más que ver con la creciente sofisticación que con la desesperación. Los consumidores chinos que antes pensaban que eran demasiado ricos para adquirir productos usados están viajando más y se han familiarizado con los conceptos extranjeros como el de las tiendas de usados.
