Cuando los líderes del G-20 se reúnan mañana en San Petersburgo para su cumbre anual, estarán haciendo su mayor esfuerzo por centrarse en una serie de temas económicos, pero tratando de no estar pendientes de la química cada vez más precaria entre el presidente estadounidense Barack Obama y su par ruso Vladimir Putin.
Con la crisis en Siria dominando la atmósfera, si no la agenda formal de la cumbre de dos días, los desacuerdos entre Moscú y Washington amenazan con desviar el debate con críticas, fanfarronería y demagogia.
En medio de una historia de desaires, y sutiles insultos, la relación personal entre Obama y Putin empeoró tanto que amenaza con interponerse en el armado de un acuerdo común con respecto a Siria. Desde que EE.UU. el mes pasado canceló un encuentro individual entre ambos mandatarios, no hay planeada ninguna cumbre bilateral, según un representante del Kremlin.
Estando en el mismo foro bajo el mismo techo definitivamente tendrán la oportunidad de hablar entre ellos, aseguró Dmitry Peskov, vocero de Putin. Si decide mantener una conversación más prolongada tendrán la chance de hacerlo. Pero el cronograma del evento está muy cargada, agregó.
Los dos países están enfrentados por los planes de Obama de intervenir militarmente en Siria, en represalia por el uso de armas químicas el mes pasado.
Washington, según Obama, tiene pruebas de que el ataque en las afueras de Damasco lo hicieron las fuerzas del gobierno; mientras que Moscú, que apoya al régimen de Bashar al-Assad, asegura que los rebeldes claramente han orquestado una provocación.
Desde fines de la Guerra Fría, nunca había visto que se derrumbara tanto una relación personal entre un presidente de EE.UU. y otro de Rusia, aseguró Dmitry Trenin, director del think-tank Carnegie Moscow Centre.
Putin dijo a periodistas durante su visita a Vladivostok el 31 de agosto que el G-20 sería un lugar apropiado para ocuparse del tema Siria y que estaré dirigiéndome a Obama no como mi par, ni como el presidente de Estados Unidos, sino como un Premio Nobel de la Paz.
Los expertos rusos sostienen que ni Rusia ni EE.UU tienen interés en que Siria domine la cumbre de San Petersburgo. Ellos quieren ocuparse de sus agendas económicas, aseguró Nikita Lomagin, profesora de Ciencias Políticas en la Universidad Europea de San Petersburgo. No les interesan los grandes escándalos.
Los principales puntos de la agenda de Rusia tiene que ver con la economía, particularmente la preocupación por la potencial disminución de la política monetaria blanda de Estados Unidos que ya ejerce presión sobre las monedas y mercados de valores en todos los mercados emergentes.
Rusia también está interesada en promover una agenda que combata la corrupción y establezca medidas para estimular su propio crecimiento.
Otro analista señaló que la tensión entre Moscú y Washington será mayormente pasivo-agresiva pero que es poco probable que desencadene en una guerra diplomática a gran escala. Todos los políticos tienen emociones, por supuesto, pero esas emociones están empezando a acaparar el debate, afirmó Alexander Panov, subdirector del Instituto de Estados Unidos y Canadá en Moscú. Alguien tiene que dar el primer paso hacia una solución, pero hasta ahora no veo nada de eso, agregó.
Sin embargo, el factor impredecible será Putin. El mandatario es un talentoso showman que claramente está furioso con los desaires de Estados Unidos y ya antes mostró su explosivo temperamento. Todos los que conozco tienen muy pocas expectativas, aseguró Trenin.
