La más alta representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores viajará este mes a Cuba en lo que se interpreta como otra señal de la rápida distensión en las relaciones entre La Habana y Occidente.
La visita de Federica Mogherini, programada para el 23 de marzo, se produce después del esfuerzo del año pasado para dejar atrás medio siglo de antagonismo entre Cuba y Estados Unidos; y poner fin al régimen de severas sanciones impuestas contra la isla, que está gobernada por el comunismo desde los años sesenta.
Desde 1996, la UE sigue la política de suavizar restricciones en las relaciones económicas con Cuba cuando dicho país introduce reformas, incluyendo medidas para ampliar la participación política y los avances en la libertad de expresión.
Si bien el enfoque de la UE hacia Cuba nunca ha sido tan hostil como el que mantenía Estados Unidos, las relaciones estaban dañadas a raíz de una disputa por violaciones a los derechos humanos ocurrida en 2003, lo que condujo a un prolongado congelamiento en la cooperación económica.
Las compañías de la UE siguen siendo los mayores inversores en Cuba y la UE es el segundo socio comercial más importante de la isla detrás de Venezuela.
En una declaración el sábado, Mogherini aseguró que Cuba está enfrentando un período "muy interesante". "A la UE le gusta ver cómo podemos sacar adelante la relación con gran fuerza", afirmó. "La UE sigue de cerca los acontecimientos en Cuba y sus relaciones con los participantes internacionales clave, que crean nuevas dinámicas en la región y en Cuba mismo, y brindan nuevas oportunidades.
Se trata de la visita de más alto nivel que realiza un funcionario de la UE en varios años. François Hollande, el presidente de Francia, viajará al país en mayo.
Mogherini se reunirá con Bruno Rodríguez, el ministro de Exteriores de Cuba, para conversar sobre las diferentes maneras de revitalizar las relaciones del país con la UE, desde el comercio y la inversión hasta una reforma que promueva los principios democráticos. También tiene programado visitar al Cardenal Jaime Ortega, el arzobispo de La Habana, y otras figuras de la sociedad civil. No queda claro si se reunirá con disidentes cubanos, un tema que provocó fricción cuando altos diplomáticos estadounidenses viajaron a La Habana en enero.
