Desafortunadamente para Paquistán, el ataque talibán a la Escuela Pública del Ejército en Peshawar es excepcional sólo por gran el número de víctimas menores de edad.
Si bien no está claro todavía qué facción es responsable de la última masacre, la matanza de civiles inocentes, niños incluidos, coincide totalmente con la táctica aplicada últimamente por los talibanes paquistaníes y otros grupos extremistas musulmanes sunitas locales. El surgimiento en Medio Oriente de Estado Islámico (EI) probablemente no tenga nada que ver, si bien brinda un clima ideológico febril donde operar.
El mes pasado, un suicida estalló una bomba y mató a 57 paquistaníes, incluyendo familias de vacaciones, en el puesto fronterizo de Wagah con India, donde los turistas concurren al atardecer para presenciar la colorida ceremonia militar que realizan los ejércitos de las dos naciones.
En septiembre del año pasado, una facción talibana asesinó a 80 personas en la iglesia anglicana de Peshawar. Una semana después, murieron 42 hombres y mujeres al estallar un coche bomba en el antiguo mercado de la ciudad. Los atacantes también apuntan a los musulmanes shiítas para sus masacres y asesinaron trabajadores de la salud que vacunaban niños en contra de la polio.
Los líderes espirituales que motivan a los jóvenes talibanes a perpetrar ataques con bombas o disparos también tienen una conocida aversión a la educación moderna, especialmente para las niñas. Hace sólo dos años que Malala Yousafzai, coganadora del Premio Nobel de la Paz este año, recibió un disparo en la cabeza y casi muere por hacer campaña a favor de la educación para las niñas.
Una interpretación de esta última atrocidad en Peshawar que según un vocero talibán fue una venganza por la ofensiva de seis meses del ejército paquistaní contra las bases islámicos en la frontera afgana es que los militantes fueron seriamente debilitados y se descargan frenéticamente contra el blanco fácil más cercano.
"Veo una señal de desesperación", aseguró Anatol Lieven, autor y experto en cuestiones paquistaníes. "Indica que el ejército realmente hizo un gran avance contra ellos."
Desde la dictadura militar de Zia Ul-Haq en los ochenta, la República de Paquistán aunque cuenta con gobiernos electos como el de Sharif está mayormente bajo control de generales del Ejército que sospechan de India y por el establishment de seguridad militar que simpatizan con el islamismo. En realidad, fue apoyando a los muyahids (soldados afganos) con del dinero saudita y armamento norteamericano, que Paquistán ayudó a retirar a los soviéticos ateos de la vecina Afganistán.
Sin embargo, millones de paquistaníes comunes sunitas shiítas moderados en silencio lamentan el surgimiento de la desenfrenada religiosidad y la intolerancia en su sociedad multicultural y detestan la violencia y crueldad de la encarnación paquistaní del Talibán.
Cuando Malala recibió el disparo, los paquistaníes salieron a las calles en respaldo de la escolaridad para las niñas. Esas eran manifestaciones, aunque duraron poco, a favor de la moderación y modernidad.
Ahora quizás finalmente los extremistas sunitas presentan una amenaza existencial para su propio país. De ahí el lanzamiento en junio de la ofensiva militar contra las bases de militantes ubicadas en Waziristan del Norte.
En el corto plazo, es difícil creer que la masacre de los hijos de soldados no hará otra cosa que fortalecer la decisión del Ejército de detectar y destruir a los talibanes.
Y lo que es más importante, la matanza de tantos estudiantes podría revivir lo que se supone que es la mayoría paquistaní silenciosa que está a favor de la paz, la educación y la tolerancia. "Uno espera que algo tan bestial como esto conduzca hacia a algún tipo de manifestación de la opinión pública paquistaní, que en general ha sido sorprendentemente insuficiente", afirmó Lieven.
Que se escuche el popular grito de "Es suficiente", desde las aldeas de Waziristan hasta en las calles de Karachi y en los cuarteles del ejército en Rawalpindi. Eso representaría un leve destello de luz después de uno de los días más oscuros en la historia de Paquistán.
