En la campaña publicitaria, el ente de turismo egipcio emplea el eslogan “donde todo comienza”. El último brote de incertidumbre en Medio Oriente empezó con la rebelión en Túnez, pero desde el punto de vista del inversor, Egipto parece estar en el lugar donde las cosas estallaron.
Egipto no es irrelevante. Es el origen del Canal de Suez, y la caída de su régimen autocrático podría alentar los alzamientos en contra de los dictadores árabes, que tienen riquezas provenientes del petróleo.
Psicológicamente, es importante. Desde la década pasada, los inversores de los mercados emergentes vienen prestando cada vez menos atención a la política, pues regímenes estables y generosas ganancias contribuyeron a que olvidaran los desplomes y defaults ocurridos con anterioridad.
El fervor revolucionario bien podría extenderse a otros países árabes y afectar el abastecimiento de petróleo, tal como lo sugiere el hecho de que el barril de crudo valga 100 dólares.
El contagio psicológico representa una amenaza aun mayor para los Estados que no son árabes. Los inversores podrían recordar los peligros de colocar dinero en regímenes manchados de sangre, con escasos derechos civiles, como lo es China.
Hasta ahora, no se ha valuado esta posibilidad. La rentabilidad extra de los títulos en dólares de los mercados emergentes sobre los Tesoros estadounidenses aumentó ligeramente pero sigue estando más cerca del investment grade de las obligaciones negociables que de los bonos basura. Los mercados de acciones reaccionaron de modo diverso ante las imágenes de las batallas que ocurrían en las calles de Egipto.
Aun cuando los inversores hagan caso omiso del peligro que conlleva la agitación política, los autócratas no harán lo mismo. A medida que la inflación empuja en el precio de los alimentos y de la energía (que son los costos más grandes para los que se encuentran sumidos en la pobreza), los controles de precios, las restricciones a las exportaciones y los subsidios se convierten en medios útiles para mantener la paz. A largo plazo, hará que aumente la inflación localmente o en el exterior.
La inflación y la perspectiva de nuevas subas en las tasas ya hacían que los mercados emergentes resultaran menos atractivos. Hasta este miércoles, se contó una semana en la que se retiraron casi 3000 millones de dólares de los fondos comunes que apuntaban a los países en desarrollo, que es la cantidad máxima extraída desde 2008.
Eso tuvo lugar antes de que las peleas callejeras se añadieran al circuito turístico de las pirámides de Egipto.
Traducción: María Eugenia García Mauro
