La idea del referéndum que anunció George Papandreu constituye un desesperado intento por unificar su dividido Partido Socialista y distender la creciente presión para adelantar las elecciones, aseguran sus seguidores.
Pero ahora parece que esta audaz medida del premier griego podría derribar a su gobierno, y hasta acelerar el fin a su carrera política.
La declaración del primer ministro sobre la posibilidad de que el pueblo griego decida si adoptar un nuevo paquete de austeridad de tres años a cambio de una quita de deuda y préstamos nuevos recibió el rechazo de los líderes políticos, tanto de derecha como de izquierda.
Otras dos deserciones del grupo parlamentario socialista ayer y la amenaza de una tercera indican que podrían perder el viernes el voto de confianza, lo que conduciría al adelantamiento de las elecciones que Papandreu quiere evitar.
Esta era una estrategia desesperada por mantener a flote al gobierno durante los próximos meses, mientras se completaban los acuerdos de rescate. Pero fracasó totalmente, señaló un socialista.
Sumado a la sensación de crisis en Atenas, en un sorpresivo movimiento el ministro de defensa Panos Beglitis despidió a la cúpula de las fuerzas armadas. Una fuente del ministerio de Defensa señaló a los medios griegos que el cambio se discutió durante el mes pasado, y que los oficiales apartados prestaron sus servicios la habitual cantidad de tiempo.
Hace meses que el primer ministro quiere convencer a los legisladores socialistas y miembros del partido de que los sucesivos paquetes de austeridad acordados con la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional son fundamentales para modernizar Grecia y crear condiciones para la recuperación económica. El Parlamento la semana pasada aprobó una nueva ronda de reformas fiscales y estructurales, que allanaron el camino para que Grecia reciba el siguiente tramo del actual préstamo.
