Los inversores extranjeros enfrentan un gran dilema cuando se trata de China. Por un lado, las acciones del país están baratas. Las valuaciones cayeron a sus niveles más bajos en una década en relación con las ganancias corporativas y el valor libros. Según esas mediciones, se convirtieron en una verdadera ganga.

Por el otro lado, la economía del gigante oriental está desacelerándose abruptamente. Las utilidades están declinando, las deudas incobrables se están acumulando, y los inversores despertaron ante la realidad de que China no puede crecer por siempre a un ritmo superior a 8%.

La pregunta es si los inversores que compran ahora acciones chinas son visionarios o están cayendo en una clásica trampa de valor.

Fraser Howie, autor de Red Capitalism (Capitalismo rojo), pide precaución. Según él, si bien hay conciencia de muchos de los riesgos que implicaba invertir en China en los últimos años, muchas personas todavía se muestran demasiado optimistas y aún demasiadas se hacen ilusiones.

Una de las ideas equivocadas más peligrosas que todavía prevalecen es el concepto de que el gobierno chino es todo poderoso, que de alguna manera son mejores administradores de la economía que en occidente.

Esta creencia surgió después de la crisis financiera global de 2008-2009. Mientras Estados Unidos y Europa se estancaban, la economía china se recuperaba rápidamente y en el proceso atrajo grandes sumas de inversiones extranjeras.

Recién ahora muchos inversores se dan cuenta que las principales razones por la que China resistió (los inmensos préstamos dirigidos por el gobierno y el enorme gasto) no pueden extenderse en el tiempo, al menos sin distorsionar más la economía y con el riesgo de un mayor crack en el futuro.

Ray Dalio, el fundador del mayor hedge fund del mundo Bridgewater, cree que la tasa de crecimiento de China caerá pronto a entre 4% y 5%, muy por debajo de la meta de 7,5% que se fijó Beijing y de las expectativas de la mayoría de los inversores.

China estuvo en una burbuja y la burbuja está explotando, aseguró el jefe del hedge fund que administra u$s 130.000 millones la semana pasada ante el Consejo sobre Relaciones Extreriores en Nueva York.

Está surgiendo un problema de demanda interna, tienen un problema con las exportaciones . . . y tienen un problema de eficiencia en términos de asignación de capitales, explicó.

La incesante descenso que registró el mercado de valores de China durante los últimos cuatro años desconcertó a muchos extranjeros pero es una de las señales más evidentes de que no todo está bien en la segunda economía más grande del mundo.

Así como el S&P 500 es un barómetro del ánimo social en los Estados Unidos, el Shanghai Composite lo es en China, señaló Nicholas Ferres de Eastspring Investments, uno de los administradores de activos más grandes de Asia. Nos está diciendo que el índice no logró recuperarse tras los recientes anuncios de mayor gasto en infraestructura y de ablandamiento de la política monetaria, agregó.

Al igual que sus pares locales, las acciones chinas que cotizan en bolsas de otros países, desde Hong Kong hasta Nueva York, también tuvieron mal desempeño y cayeron a niveles tradicionalmente considerados baratos.

Parte del problema son las acusaciones de fraude en las compañías del sector privado como Sino-Forest, pero el mayor obstáculo es la menor rentabilidad que están teniendo las empresas chinas en general, incluyendo las gigantes estatales.