Sucedió hace sólo tres años. La llegada de la Primavera rabe aumentó las esperanzas de muchos de nosotros de que una nueva generación de jóvenes socialmente conectados impulsaría nuestro planeta en la dirección de la verdad, la justicia y el cambio positivo.

En aquel entonces, nuestro mundo recién conectado parecía un lugar acogedor, donde todo tipo de personas podían conectarse, opinar, y vivir en grande confiados en la creencia de que en algún lugar en el firmamento en línea podrían encontrar otros individuos con ideas afines.

Pero últimamente, he leído mi feed de Twitter con cierto temor. Todas estas conexiones más estrechas no parecen estar conduciéndonos hacia la paz y el amor, o a la armonía y el entendimiento, ni nada parecido. Por el contrario, las fuerzas del tribalismo, el sectarismo y el separatismo están vigentes dondequiera que uno busque en el Internet.

Los musulmanes sunitas y chiítas se están matando entre sí en Irak y Siria. Los israelíes están tomando represalias contra los palestinos en Gaza. Las milicias de la ciudad libia de Zintan han estado luchando contra los de un lugar conocido como Misurata en la capital Trípoli, mientras que los rusos se las están viendo con los ucranianos y con cualquiera que decida interponerse en su camino, según parece.

En Europa, los votantes están acudiendo en masa a los partidos nacionalistas que se comprometen a mantener a los extranjeros fuera de sus países y a Bruselas fuera de sus políticas nacionales, mientras que el Reino Unido se prepara para un referéndum el 18 de septiembre en el que los escoceses decidirán si ponen fin a su unión con Inglaterra. En EE.UU., los conservadores están expresando en masa su indignación ante las decenas de miles de niños procedentes de América Central que han estado entrando en su país ilegalmente de México a pesar de que informes indican que muchos huyen de la violencia de sus países de origen.

El progreso tecnológico ha logrado que sea mucho más fácil que la gente en el mundo entero pueda interactuar, y los inversores han apostado miles de millones de dólares en la premisa de que las personas que se conectan en línea serían comprensivas y generosas.

Pero la gente alrededor del mundo se ha volteado hacia adentro y está utilizando las nuevas herramientas de participación para expresar su disgusto hacia otras personas. Los medios de comunicación social se están convirtiendo en los medios de comunicación antisocial.

Ya no es necesario que los violentos y antisociales se aventuren en las calles para insultar o pelear con palos y piedras, o lanzar balas y bombas. Ahora pueden tomar el camino más fácil y herir a sus enemigos con celular o con su computadora personal. Ninguna guerra está completa sin un frente en los medios sociales.

Era fácil suponer que la gente encontraría la felicidad en las nuevas oportunidades de participar en el discurso directo, y sin editar.

¿Qué sucede si ocurre lo contrario? ¿Qué pasa si muchos no están de acuerdo con las personas que están conociendo on line? ¿Qué sucede si interactuar con desconocidos provenientes de tierras extrañas endurece sus corazones y amarga sus perspectivas? ¿Qué pasará después?