
Israel y los palestinos acordaron un cese al fuego definitivo que pondrá fin a la Operación Margen Protector, la más larga y sangrienta de las tres campañas militares contra Hamás que tiene lugar en la Franja de Gaza desde 2009.
Después de una guerra que mató a más de 2.100 palestinos y 70 israelíes, que causó enormes daños físicos en Gaza y que complicó la vida de miles de personas en el sur de Israel, es imposible afirmar que alguien haya salido victorioso.
Se podría decir que ambos lados están nuevamente en el casillero uno: su acuerdo parece ser un pacto similar a la tregua que puso fin a su última guerra en 2012, y que ambos rompieron más tarde.
La negociación de las exigencias palestinas -un nuevo puerto marítimo, la liberación de prisioneros, el levantamiento del bloqueo de comercio y movimiento- se postergó para dentro de un mes, y seguirá adelante sólo si se mantiene la calma.
Sin embargo, es posible mencionar a quiénes les fue bien y quiénes se debilitaron.
Ganadores
Hamás: Antes de Margen Protector, el movimiento islámico que gobierna Gaza estaba acorralado. Estaba políticamente aislado, quebrado, no tenía capacidad para pagarle a sus empleados públicos y, por las circunstancias, estaba obligado a reconciliarse con su archirrival Fatah. En este contexto, la guerra fue un bienvenido acontecimiento.
Hamás, por tercera vez en cinco años, enfrentó a uno de los mejores ejércitos del mundo y se las arregló para mantenerse en el poder, calculando correctamente que Israel nunca se embarcaría en una guerra terrestre más larga y sangrienta con el fin de derribarlo.
Si bien gran parte del arsenal de Hamás ha sido diezmado y muchos de sus túneles fueron destruidos, forzar a Israel a otro cese al fuego suena a victoria para muchos de sus seguidores.
La derecha israelí: A menudo parecía que los rivales derechistas de Benjamin Netanyahu estaban haciendo campaña para la próximas elecciones porque abiertamente se ponían en contra del primer ministro por considerar que no estaba tomando medidas más duras contra Hamás.
Avigdor Lieberman, el ministro de Relaciones Exteriores de extrema derecha, encabezó los llamados a ocupar nuevamente Gaza, un compromiso que según la mayoría de los analistas de seguridad y Netanyahu estaba plagado de riesgos inaceptables.
Naftali Bennett pidió el fin de las negociaciones de la tregua con Hamás, a lo que llama organización terrorista asesina y fue uno de los ministros que supuestamente pidieron que el círculo más cercano de asesores en seguridad de Netanyahu votara la propuesta de cese al fuego.
La Cúpula de Hierro: El escudo misilístico defensivo financiado por Estados Unidos funcionó bien durante el conflicto. Según la fuerza área de Israel, la Cúpula de Hierro interceptó el 90% de los cohetes.
Hamás y otros grupos militares lanzaron más de 4.600 cohetes y morteros hacia Israel. Murieron sólo seis civiles, mayormente en ciudades adyacentes a la frontera con Gaza, donde la Cúpula de Hierro no puede responder con suficiente rapidez. Rafael, la compañía israelí que lo fabrica, nota un mayor interés en su producto, que podría encontrar clientes en lugares bajo similar amenaza de misiles de corto alcance, como Corea del Sur o Europa central.
Perdedores
Benjamin Netanyahu: El primer ministro de Israel empezó la guerra con un extraordinario apoyo; recibían respaldo él mismo y los objetivos de la operación apuntada a debilitar a Hamás y detener el lanzamiento de misiles.
Su popularidad tuvo su pico cuando Israel envió tropas a Gaza para destruir los túneles que Hamás usaba para movilizar hombres y material. Pero a medida que se fue desarrollando la guerra, que se prolongó durante seis semanas, Netanyahu empezó a recibir fuertes críticas desde ambos lados del espectro político por aparentemente permitir que Hamás llevara la voz cantante de los sucesivos acuerdos de cese al fuego, que luego no cumplía.
Mahmoud Abbas: El presidente palestino podría surgir de esta guerra como un ganador, si sigue adelante su proyecto de reconciliarse con Hamás y celebrar elecciones para instalar un gobierno de unidad para Cisjordania y Gaza. Durante el conflicto Abbas por momentos se mostró como un estadista; personalmente hizo el anuncio del cese del fuego mediante un discurso televisado. Pero más a menudo, el líder palestino y sus colegas de Cisjordania se mantenían al margen mientras el pueblo de Gaza y sus líderes de Hamás pagaban el precio con sangre.
Los próximos meses dirán si Abbas puede mantener el control sobre un pueblo frustrado por lo que ven como obstruccionismo israelí en cuestiones de paz y por las pobres perspectivas económicas. Las ruidosas celebraciones por el cese al fuego en Jerusalén oriental ocupado sugieren que la estrategia de lucha armada que aplica Hamás tiene muchos admiradores más allá de Gaza.
Estados Unidos: John Kerry, secretario de Estado de Estados Unidos, nunca fue una figura muy querida en Israel y ahora después de la Operación Margen Protector, le tienen aún menos estima. Durante la guerra en Gaza, fue criticado por invertir tiempo y esfuerzo en una propuesta de cese al fuego diseñada por Turquía y Qatar, aliados de Hamás que no merecen ninguna confianza por parte de los líderes y el pueblo de Israel.
Cuando Egipto tomó las riendas, los esfuerzos de Estados Unidos influyeron en el diseño del cese al fuego y, para ser justos con Kerry, el más talentoso de los estadistas se habría esforzado en conseguir un acuerdo entre Israel, Egipto y las facciones palestinas más dispares en torno al futuro de Gaza.
Pero la credibilidad política norteamericana en Medio Oriente recibió otro golpe en el crucial eje palestino-israelí.











