Las multitudes en Buenos Aires suelen salir a la calle para protestar contra los problemas económicos de Argentina, pero la emocionante campaña futbolística del país ha impulsado a miles de personas a salir a la calle con la esperanza de que su héroe Lionel Messi los conduzca a un tercer triunfo en la Copa del Mundo. Agustín Portillo se unió a los hinchas que bailaban bajo la lluvia el viernes, cuando una tormenta tropical se desató sobre Buenos Aires después de que Argentina derrotara a Países Bajos y pasara a semifinales para enfrentar a Croacia el próximo martes. "El fútbol es nuestra salvación. Todo lo que nos rodea va a peor, pero esta semana estamos todos contentos", dijo Portillo, de 22 años, cuya generación nunca ha visto a Argentina coronarse campeona del mundo. En toda la capital, cada centímetro de ventana se llena con los colores nacionales celeste y blanco, mientras que en Qatar el equipo ha sido respaldado por uno de los contingentes de viajeros más ruidosos y apasionados. Con la economía golpeada y la disfunción política como telón de fondo, el peso de una nación de 46 millones de habitantes recae sobre los hombros de Messi. Se espera que la inflación en Argentina alcance el 100% en diciembre. Los índices de pobreza han aumentado, obligando a algunos a emigrar. El gobierno peronista de centro-izquierda, aislado de los mercados internacionales, está acumulando deudas insostenibles con costosos programas de subsidios, mientras que los militantes de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner amenazan con nuevas protestas tras su condena la semana pasada por cargos de corrupción. Si el equipo se proclamara campeón el próximo domingo en Qatar, eso demostraría que la Argentina "está a la altura" de otros países, afirman los fans, y reflejaría cómo ven al país: "valiente, motivado y lleno de sufrimiento", como le dijo un hincha al Financial Times en la puerta de un club deportivo en el barrio de Palermo. El orgullo nacional también está en juego para Messi, el único héroe verdaderamente internacional del país. A sus 35 años, es la última oportunidad que tendrá de demostrar que puede compararse con el fallecido Diego Maradona, cuya muerte en 2020 ha ensombrecido la que probablemente será la última Copa Mundial de Messi. Para desbancar a Maradona como el mejor jugador argentino de todos los tiempos, según los fanáticos, Messi debe llevar a la selección argentina a dos victorias más del mismo modo que Maradona condujo a la albiceleste a la gloria en el Mundial de 1986. "Diego nos mira desde el cielo", dijo Messi tras el partido del viernes. "Nos está empujando. Espero que siga así hasta el final". Julio Roger, de 51 años, jefe de mozos en Caffé Tabac, donde Maradona era cliente habitual, dijo que el torneo se había sentido diferente este año tanto por su muerte como por los crecientes desafíos económicos. La gente le está dando una "enorme importancia" al acontecimiento, afirmó. "La ilusión de grandeza ha vuelto con toda su fuerza" incluso para aquellos a los que no les interesa el fútbol, dijo Roger. "Estamos en un estado [económico] muy malo... esto trae esperanza, alivio". Los problemas de Argentina podrían volver con fuerza cuando el campeonato haya terminado. El mal manejo de la economía por parte del Presidente Alberto Fernández, especialmente durante la pandemia de coronavirus, ha desatado la ira popular. Su gobierno se enfrenta a numerosos desafíos económicos. Los controles de cambio han hecho que el dólar, ampliamente utilizado en el mercado blue, alcance casi el doble del nivel oficial, a medida que se evapora la confianza en el peso y se agotan las reservas del banco central. Arreglar el problema parece ser menos prioritario durante la Copa del Mundo. El mes pasado, la ministra de Trabajo, Kelly Olmos, declaró que la lucha contra la inflación podía esperar y que la prioridad era "ganar" el campeonato. Olmos se disculpó por sus comentarios tras las críticas públicas. Mientras tanto, la condena de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner ha dividido a la opinión pública. La fiscalía condenó a CFK a seis años de prisión y la inhabilitó de por vida para ejercer cargos públicos por adminsitración fraudulenta. Se ha declarado víctima de una persecución política por parte de un "pelotón de fusilamiento" judicial y ha pedido a sus partidarios que la defiendan. Como vicepresidenta y presidenta del Senado, CristinaKirchner tiene protección legal y es poco probable que vaya a la cárcel. Su derecho a ejercer y presentarse a cargos públicos se mantiene hasta que se hayan agotado todas las instancias de apelación. El fallo del tribunal federal ya está repercutiendo en la tensa política argentina, mientras el gobierno de izquierda se prepara para hacer frente a un desafío de la oposición conservadora en las elecciones presidenciales del próximo octubre. En el Caffé Tabac, Roger, que pronostica una victoria por 1-0 de Argentina contra Francia en la final, dijo que el triunfo futbolístico sería para el pueblo y no para la clase política. "Nadie va a llevar el trofeo a la Casa de Gobierno cuando ganemos", afirmó.