Nada irrita más a los inversores especializados en mercados emergentes que ver a todos los países de ingresos medios agrupados en una sola categoría: un odio especial está reservado al rótulo "Brics" estampado en las cinco economías extremadamente contrastantes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica.
Sin embargo, a pesar de las diferencias evidentes en la estructura económica y la calidad de la formulación de políticas, los mercados emergentes han padecido juntos este año los temores por el aumento de las tasas de interés y la caída de los precios de las materias primas.
Dadas las trayectorias y las políticas dispares entre las economías de ingreso medio, no es plausible que el auge de los mercados emergentes que se remonta a la década de 2000 haya sido solo el reflejo del endeudamiento barato y los productos caros. Pero con el desvanecimiento de un entorno externo de apoyo, incluso a las economías estables puede resultarle más difícil lograr crecimiento en el futuro.
En enero los temores de que la Reserva Federal de Estados Unidos recortase su programa de expansión monetaria provocaron una ola generalizada de venta de divisas y activos de mercados emergentes. En los últimos dos meses, la caída de los precios mundiales del petróleo y las turbulencias en Rusia provocaron otra corrección generalizada.
La caída en los precios de productos básicos siempre perjudica a los exportadores de materias primas. Pero algunos han combinado la mala suerte con políticas seriamente deficientes, ampliando demasiado el gasto público y el endeudamiento de espalda a los ingresos previstos. Zambia, productor de cobre, y Ghana, nuevo país exportador de petróleo, pidieron apoyo al Fondo Monetario Internacional luego de que las reducciones de los ingresos de exportación dejasen expuestos los déficits subyacentes fiscal y de cuenta corriente.
Otros combinaron errores económicos con insensateces geopolíticas. Rusia estaba, en teoría, en mejores condiciones que otros exportadores de petróleo para sobreponerse a una caída de los precios del crudo e incluso de su moneda. Con importantes reservas de divisas y poca deuda pública denominada en dólares, el impacto de una caída en el rublo debería haber sido para proteger el valor de los ingresos fiscales del gobierno denominados en rublos. En cambio, provocó un pánico versátil y crecientes salidas de capital, lo que requirió un aumento de emergencia de las tasas de interés.
Aunque las comparaciones entre la volatilidad actual de los mercados emergentes y las crisis financieras asiática y rusa de 1997-1998 puede ser exagerado, es posible trazar una similitud entre la fuga de capitales de Indonesia en 1997 y Rusia este año, que transformó la caída de una moneda en una derrota.
En 1997 la comunidad empresarial china de Indonesia, por temor a un caos económico y de violencia étnica, reaccionó a la volatilidad del mercado, tomando su dinero y yéndose del país, lo que llevó a una caída libre de la rupia. Del mismo modo, los rusos ricos han enviado su dinero al extranjero en los últimos meses, lo que hizo caer el rublo muy por debajo de lo que justifica la caída del precio del petróleo.
A medida que los costos de la desventura en Ucrania de Vladimir Putin se vuelven más evidentes, el futuro de Rusia parece más sombrío... y el riesgo de un comportamiento errático y posiblemente confiscatorio por parte del gobierno es cada vez mayor. La crisis económica de Rusia subraya la incertidumbre intrínseca a un país basado en una sola persona y un solo producto primario, donde el primero es casi tan impredecible como el último.
Si bien el dolor infligido a los exportadores de materias primas es de esperar, la caída del precio del petróleo también ha acompañado la depreciación en importadores netos, como Turquía y la India. En Turquía y otros países con grandes recortes de cuenta corriente, es probable que el beneficio derivado de un petróleo más barato sea superado por las ajustadas condiciones de crédito y una aversión general al riesgo. Los déficit quizá sean menores, pero será más difícil pedir financiamiento para cubrirlos.
El crecimiento de la economía de Turquía en la última década ha sido real y sustancial, pero el país se ha vuelto demasiado dependiente de préstamos baratos. El año pasado registró un déficit de cuenta corriente de alrededor del 8%, y a pesar de una facturación menor en concepto de importación de petróleo, es probable que registre un déficit de casi 6% este año. Dada la intimidación pública por parte del gobierno al banco central a mantener una política monetaria laxa, las tasas de interés a corto plazo se han mantenido demasiado bajas, la inflación ha crecido fuera de control y los costos de endeudamiento a largo plazo son elevados. La lira turca ha perdido más de una cuarta parte de su valor frente al dólar desde principios de 2013.
Lo más sorprendente es que los países de mejor actuación, como la India, también son presas del malestar general. India hizo mucho más que Turquía para reducir su déficit de cuenta corriente y el Banco de la Reserva de la India, presidido por Raghuram Rajan, se movió rápidamente para desviar la presión inflacionaria. No obstante, a pesar de irle mejor que a la lira turca, la rupia también cayó mucho más que el año pasado.
En pocas palabras, los inversores están discriminando menos entre países de lo que sus fundamentos económicos divergentes sugieren. El estado de nerviosismo de los mercados financieros de todo el mundo implica que los mercados emergentes siguen sufriendo colectivamente un vuelo a la seguridad en momentos de estrés.
Al respecto, los responsables políticos no pueden hacer mucho más que centrarse en los fundamentos de sus economías y esperar a que vuelva la calma. Desafortunadamente, son muy pocos los que han hecho eso en la última década. Salvo una o dos excepciones, las reformas estructurales de mejora de la productividad han sido las grandes ausentes de los mercados emergentes. Resulta mucho más fácil y gratificante manejar un auge económico basado en endeudamiento externo barato e ingresos por exportaciones de productos básicos que asumir intereses creados para aumentar el crecimiento a largo plazo.
Sin importar lo irritante que pueda ser para muchos involucrados, la discriminación de los inversores entre mercados emergentes sigue siendo una tarea en curso. Eso hace que sea cada vez más importante, ahora que los pilares de apoyo del auge de los commodities y el financiamiento barato están siendo expulsados, que los países crean su propia reputación en lugar de depender de la marca del bloque de los mercados emergentes.
