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El Vaticano se prepara para un cónclave que promete ser tan enigmático como decisivo. Tras el fallecimiento del papa Francisco el pasado 21 de abril, los 135 cardenales electores menores de 80 años se reunirán el 7 de mayo en la Capilla Sixtina para elegir a su sucesor.

La actividad ya comenzó en Roma, donde muchos cardenales ya han llegado y se alojan en la Casa Santa Marta, en tanto otros aún están en camino: entre ellos, probablemente esté quien se convertirá en el próximo pontífice.

La diversidad del colegio cardenalicio, con representantes de 71 países, y la ausencia de un candidato claro, han generado un ambiente de incertidumbre.

Las divisiones internas y las luchas de poder dentro de la Iglesia añaden complejidad a una elección que podría marcar un punto de inflexión en la historia del catolicismo.

Un cónclave marcado por la incertidumbre

El proceso para elegir al nuevo Papa sigue normas establecidas desde hace más de ocho siglos. Los cardenales electores se reunirán en la Capilla Sixtina, donde votarán hasta cuatro veces al día hasta que uno de ellos obtenga al menos dos tercios de los votos. Si tras 33 votaciones no se alcanza un consenso, se pasará a elegir entre los dos candidatos con más apoyo.

Aunque no hay una duración predeterminada, se estima que el cónclave podría extenderse entre dos y tres días, como ha ocurrido en las tres últimas elecciones papales, lo que implicaría un posible resultado el 8 o 9 de mayo.

Durante este tiempo, los cardenales permanecerán totalmente aislados del mundo exterior, sin teléfonos ni internet, para garantizar la confidencialidad del proceso.

Candidatos sin consenso claro

Entre los posibles sucesores de Francisco se encuentran figuras como el cardenal italiano Pietro Parolin, secretario de Estado del Vaticano; el filipino Luis Antonio Tagle, conocido por su carisma y compromiso social; y el congoleño Fridolin Ambongo, un fuerte defensor de los derechos humanos. No obstante, ninguno de ellos ha logrado consolidarse como favorito indiscutido.

La reciente renuncia del cardenal Angelo Becciu a participar en el cónclave, tras su condena por fraude y la retirada de sus derechos cardenalicios en 2020, ha añadido más tensión al proceso. Aunque Becciu había defendido inicialmente su derecho a votar, decidió finalmente no asistir para no enturbiar aún más el ambiente.

La elección de un Papa en un mundo en transformación

La elección del nuevo Papa no solo determinará el rumbo de la Iglesia Católica, sino también su rol en un mundo que atraviesa profundas transformaciones. El pontífice que resulte electo deberá afrontar desafíos como la secularización, las crisis migratorias, la pobreza creciente y el cambio climático.

La composición actual del colegio cardenalicio, con un número creciente de miembros de Asia, África y América Latina, podría orientar la elección hacia un perfil más global y menos eurocentrista. Sin embargo, las diferencias de visión dentro de la Iglesia plantean obstáculos para llegar a un consenso rápido.

En este contexto, la posibilidad de que el futuro Papa ya haya llegado a Roma, pero aún pase desapercibido entre sus colegas, agrega una dosis de misterio y tensión a un proceso que definirá el futuro del catolicismo en el siglo XXI.

Ya se encuentran en el Vaticano cardenales como Pietro Parolin, Marc Ouellet y Luis Antonio Tagle, todos considerados "papables" en diferentes sectores. Otros, como el cardenal Jean-Claude Hollerich, todavía están en tránsito. Mientras tanto, Roma se convierte en el escenario silencioso de una elección que puede cambiar la historia.