En la era de la hiperconectividad, incluso los gestos más simples en el mundo digital pueden esconder señales sobre cómo somos. Uno de ellos es la imagen de perfil en WhatsApp, una plataforma que millones de personas usan cada día.
Modelos de inteligencia artificial como Copilot, desarrollados por Microsoft y OpenAI, han comenzado a ofrecer interpretaciones sobre que dice de nosotros no cambiar nunca nuestra foto de perfil.
Según su análisis, este tipo de comportamiento podría estar ligado a aspectos profundos de la personalidad, desde la estabilidad emocional hasta la relación con la tecnología.
¿Por qué algunas personas nunca modifican su foto de perfil?
La IA sostiene que detrás de la permanencia de una imagen pueden existir rasgos como la constancia, la estabilidad y una visión coherente de uno mismo.
Quienes no cambian su foto de perfil tienden a proyectar seguridad, una identidad firme y poco interés en la aprobación externa. "Es un reflejo de una personalidad que valora la consistencia y no siente necesidad de modificar su presencia digital", señala Copilot.
Además, otros factores explican esta decisión. En muchos casos, las personas no le otorgan gran importancia a su apariencia en redes. "Para estos usuarios, WhatsApp es solo una herramienta funcional, no un espacio de exhibición", añade el modelo. También hay quienes mantienen una imagen fija por motivos emocionales, como un recuerdo significativo o un homenaje a alguien importante.
¿Y quienes la cambian constantemente?
Por el contrario, cambiar de forma habitual la imagen de perfil podría estar vinculado a una personalidad más expresiva y social.
Según Copilot, actualizar la foto con frecuencia indica una necesidad demostrar momentos actuales, logros o simplemente estados de ánimo. "Puede ser una manera de decir ‘aquí estoy', de participar en la conversación digital desde lo visual", explica el sistema.
La IA también asocia esta práctica con la búsqueda de atención, validación o experimentación. Cambiar de foto se convierte en una forma de jugar con la identidad o combatir el aburrimiento. Para algunos, además, es una forma de comunicación indirecta: mostrar dónde están, con quién, o cómo se sienten, sin decir una palabra.