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Mosquitero, fumigación, descacharrar, repelente, tropicalización... Una serie de conceptos que coparon las conversaciones y que lamentablemente parecen haber llegado para quedarse. La causa: el peor brote histórico de dengue que ha tenido la Argentina. En este contexto, los gobiernos de todos los signos políticos y de todos los niveles, al igual que los ciudadanos, buscan lidiar de la mejor manera posible con un molesto y letal virus.

Los datos son elocuentes. La temporada 2023-24, que se inició en julio pasado -así se compara año tras año- ya registra 151.310 casos confirmados de dengue y tiene una curva de contagios muy superior a los anteriores años endémicos. El 89% de esos casos se produjo en 2024, lo que coincide con el pico estacional del verano. Hasta el momento hubo además 106 fallecidos durante la temporada, por lo que la letalidad es del 0,07%.

La provincia de Buenos Aires es la que tiene más casos en total, con 35.110. Sin embargo, si se ajusta por población, las peores situaciones se encuentran en el norte. Formosa registra 14.700 casos en la temporada, lo que equivale a 2420 positivos cada 100.000 habitantes. Le siguen Chaco (2008 confirmados cada 100.000 habitantes) y Catamarca (1233). Otras que se encuentran por encima del promedio nacional de 321 casos cada 100.000 personas son Misiones, Santa Fe, Corrientes y Tucumán.

Pero el alcance del dengue ha llegado a casi todo el país. De los 24 distritos, hay circulación viral en 19 (todos menos Tierra del Fuego, Santa Cruz, Chubut, Río Negro y Neuquén). Regiones que jamás tuvieron este tipo de problemas, como Cuyo y Patagonia, han registrado algunos casos no importados.

No solo la Argentina vive una situación sin precedentes, sino que al resto de la región se encuentra en un escenario muy desafiante. Durante las primeras once semanas de 2024, en Brasil y en Perú se triplicaron los casos de dengue respecto al mismo período del año pasado, mientras que en el vecino Paraguay se multiplicaron por 22.

Coordinación y estrategias

El lunes pasado se realizó una reunión del Consejo Federal de Salud (COFESA), en donde participaron ministros de Salud de todo el país a partir de una convocatoria de Mario Russo, ministro de Salud de la Nación.

El énfasis de las autoridades nacionales en el encuentro fue delimitar las responsabilidades de cada nivel de gobierno. De hecho, consideran que los que más tienen por hacer son los gobiernos locales, ya que es una enfermedad que ataca por barrios y hogares. En esa línea, consideran que Nación debe ocuparse de la "recolección y evidencia de datos" para promover mejores políticas en cada territorio.

Igualmente, desde Nación asumen también un rol de prevención y comunicación general. Fuentes del ministerio aseguran que "comunicamos en nuestras redes sociales y en MiArgentina. También incorporamos estaciones de trenes y espacios cedidos en radio y televisión para campañas de bien público".

El enfoque que buscan transmitir desde la cartera sanitaria parece muy distinto a algunos mensajes oficiales que ha dado Javier Milei tanto como candidato como presidente. En este caso, no hay vestigios de que el Estado sea "una organización criminal", como sostuvo el mandatario, sino que tiene un rol importante a la hora de prevenir entre la población y de coordinar las acciones con provincias y municipios.

Nicolás Kreplak, ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, advirtió después de la reunión de COFESA que "esta es una epidemia que su peor momento comienza ahora, comienza en marzo y en abril. De hecho, todavía seguimos subiendo la cantidad de casos, y si bien el mosquito es sensible a la temperatura, para que deje de crecer tenemos que tener la temperatura sostenida por debajo de 17 grados, cosa que no está pasando ni va a pasar preferiblemente en las próximas cuatro o cinco semanas por lo menos, así que lo que se viene son los peores momentos de la epidemia". Las diferencias que se ven entre los gobiernos de Milei y Axel Kicillof parecen algo atenuadas en el área de Salud y las miradas sobre el tema no son tan distintas, por lo menos a la hora de lidiar contra el brote de dengue.

El dilema de la vacuna

El laboratorio japonés Takeda desarrolló una vacuna contra el dengue que fue aprobada el año pasado por la ANMAT. Es más, la Comisión Nacional de Inmunizaciones (Conain) recomendó hace algunas semanas comenzar a delinear una estrategia de vacunación para el país. Actualmente, si bien no está incorporada en el calendario nacional, está disponible para los privados que desean comprarla. Algunas prepagas ofrecen descuentos del 40%.

Mientras tanto, hay dos provincias que sí comenzaron con la vacunación pública. En Misiones empezaron por el grupo etario de 20 a 40 años. De hecho, esas personas comenzarán a recibir la segunda dosis a partir del 17 de abril, tres meses después de la primera. Luego continuaron por las personas de entre 41 y 59 años. En Salta, la vacunación comenzó por las personas de entre 25 y 39 años que residen en el oriente de la provincia, que es la zona más afectada por el virus.

Sin embargo, por el momento esto no sucederá a nivel nacional. "No hay todavía vacuna suficiente para que ningún país del mundo tenga una vacunación universal. Esperemos que para el año próximo sí pueda estarlo" sostuvo Kreplak.

Desde Nación apuntan en la misma dirección. Creen que "para el brote, la vacuna no es la solución. No está recomendado por infectólogos ni por organismos internacionales. Igualmente, se recolecta evidencia y se analizan las situaciones epidemiológicas de cara a la temporada que viene".

En la misma línea apunta el infectólogo Eduardo López, al frente del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez. En diálogo con El Cronista, sostiene que "para el brote no está demostrado que pueda tener impacto".

Igualmente, analiza que "es una vacuna adecuada y eficaz con dos dosis. Se da con tres meses de intervalo. No hay trabajos publicados que indiquen que proteja con una sola dosis adecuadamente".

En la misma línea, algunos señalan que una sola dosis de la vacuna podría ser efectiva en aquellas personas que se hayan contagiado previamente, ya que actuaría como una segunda dosis. Sobre esta posibilidad, López señala que "es una hipótesis de trabajo pero no está demostrado".

Sobre el actual brote, además de ratificar que es el peor que ha tenido el país, López amplía que "ha afectado mucho a segunda infancia y adolescentes. Está vinculado a actividades recreativas y deportes al aire libre". También diferencia lo que ocurre en distintos barrios porteños, y señala que los más afectados son "Parque Chas, Villa Ortúzar, Chacarita y Retiro".

De cara a lo que se viene, López cree que "si no llegamos, estamos cerca del pico de contagios. Con el frío, a fin de abril empezará a descender. Pero los brotes epidémicos de dengue no son con forma de V invertida, sino que cae de a poco. El año pasado tuvimos el último caso el primer día de junio".

Sobre las medidas oficiales, el infectólogo confiesa que hubiera preferido que "las campañas de prevención y de trabajo en el terreno comiencen antes, en el invierno. Porque cuando se produce la eclosión de huevos en primavera ya llegamos tarde".

Perspectivas nada alentadoras

Esto será clave hacia el futuro, porque nada indica que la situación del dengue en la Argentina sea mejor hacia el futuro, tal como explica el meteorólogo Mauricio Saldívar. En diálogo con El Cronista, sostiene que la actual situación se debe a "modificaciones en los patrones de temperatura y precipitación". Es decir, llueve más y hace más calor por más tiempo, dos condiciones que se dieron este año en el centro del país.

El divulgador explica que "tenemos condiciones de un ambiente más favorable para el desarrollo de estos insectos. Y el mosquito es el principal asesino del planeta, la criatura que más gente mata año tras año".

De cara al futuro, sostiene que este tipo de enfermedades y zoonosis van a ser cada vez más frecuentes debido al cambio climático. Esto se contradice con la postura de Milei, quien ha sostenido que "el calentamiento global es otra de las mentiras del socialismo".

Saldívar explica que existe un consenso científico que existe un aumento en la temperatura global y que "es antropogénico. Es decir, es innegable que ha influido la acción humana para que eso suceda".

En el país hay otra cuestión que juega en contra, que es la mayor urbanización. En las ciudades, explica, el mosquito tiene una ventaja, ya que puede transmitir el virus de manera más veloz ya que las personas se encuentran más cerca.