Las elevadas temperaturas y las bajas precipitaciones obligan a los analistas agropecuarios a dividir la campaña 2021/2022 en dos partes. "La primera fase duró hasta mediados de enero, cuando tuvimos esa ola de calor tan grande, junto con las escasas lluvias. Esa situación impactó en los cuadros tempranos de maíz y en la soja de primera en el centro de la Argentina, e hizo que bajaran los rendimientos potenciales", advierte Martín López, analista de cultivos del Departamento de Estimaciones Agrícolas de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA). "Pero después, en la última parte de enero, empezamos a recuperar paulatinamente las reservas hídricas, por eso ya en la primera semana de febrero el panorama era mejor para los cultivos que el que había 15 o 20 días antes", añade.
La BCBA estimó una producción de 42 millones de toneladas para la soja, bastante por debajo del promedio de 47,1 millones del periodo 2015-2021 y muy inferior al récord de 60 millones de toneladas de la campaña 2014/2015.BCBA estimó una producción de 42 millones de toneladas para la soja, bastante por debajo del promedio de 47,1 millones del periodo 2015-2021 y muy inferior al récord de 60 millones de toneladas de la campaña 2014/2015.
En contrapartida, se proyectaba una producción de 57 millones de toneladas de maíz, una cifra superior a los 46,2 millones de toneladas de promedio del lapso 2015-2021 y de los 52,5 millones de toneladas de la campaña 2020/2021.
"Pero, en cuanto al maíz, ese número aún no contempla el efecto de la seca de enero. Y respecto de la soja, la estimación de 44 millones de toneladas seguramente se verá afectada porque hubo un poco menos de área sembrada debido al estrés hídrico. Probablemente, estas proyecciones terminen bajando", continúa López. Y concluye: "En febrero, habrá una buena cantidad de cuadros de soja y de maíz en periodo crítico, y serán necesarias temperaturas moderadas en comparación con enero y, por lo menos, entre 50 y 80 milímetros, según la zona, de lluvia para poder asegurar un buen rendimiento potencial".
Por su parte, Juan Pablo Ioele, del INTA Marcos Juárez, considera que el panorama es diverso según el distrito, lo que dificulta las proyecciones. "Cuando se analiza el mapa de la principal región productora de granos, la situación es muy heterogénea, en función de lo que hizo la lluvia", resume. Y amplía: "Si uno se desplaza desde los mejores ambientes hacia los que están más quebrados, sin napas, con suelos salinos sódicos, tenemos un impacto en los rendimientos muy grande, porque cuando falta el agua no tienen de dónde sacarla".
El especialista considera que en la región núcleo habrá una caída mínima de rendimiento del maíz del 20 por ciento, al tiempo que el correspondiente a la soja de primera oscilará entre un 15 y un 20 por ciento. "A la soja de segunda le resta todavía recorrido, lo mismo que al maíz tardío y al maíz de segunda, por eso la pérdida de rendimiento podría ser del 10 por ciento" estimó.
Para medir el impacto, la Gerencia de Estudios Económicos de la BCBA proyectó dos escenarios posibles. A partir de una estimación base de 57,6 millones de toneladas de maíz y 48,5 millones de toneladas de soja, calculó que, con una sequía moderada, la producción caería 14 y 13 por ciento, respectivamente. En el caso de que fuera severa, las pérdidas serían del 24 por ciento para el maíz y del 23 por ciento para la soja.
"Estos shocks de producción en soja y maíz producirían una caída del Producto Bruto Agroindustrial (PBA) de 6,1 por ciento (US$ 2726 millones 0 0,6 por ciento del PBI) en el caso de una sequía moderada, y del 9 por ciento en una severa (US$ 4049 millones o 0,8 por ciento del PBI)", arroja el informe.
Sugiere que las cotizaciones serán tan claves como las lluvias: "La situación sería peor de no existir una compensación vía precios, con una caída de US$ 5923 millones (1,2 por ciento del PBI, sin incluirse efectos indirectos)".
El trabajo concluye que los recursos fiscales "disminuirían entre US$ 769 millones y US$ 1131 millones y el valor exportado por las cadenas de cultivos extensivos podría disminuir entre US$ 1998 y US$ 3101 millones".
La versión original de esta nota se publicó en el número 338 de revista Apertura.