La relación del kirchnerismo con la Unión Industrial Argentina (UIA) es anterior al kirchnerismo.
El 22 de abril de 2003, apenas un mes antes que Néstor Kirchner asumiera la Presidencia, hubo elecciones en la UIA. Ganó la lista Consenso, encabezada por Alberto Álvarez Gaiani, un hombre amable y de buen trato, titular por aquellos años de la Coordinadora de Industria de Productos Alimenticios (Copal) y con el pergamino industrial de representar a la Cámara de Chacinados y afines. A la lista Consenso, el Grupo Industriales, perdedor de esa elección y cuya cabeza era el holding Techint pero que había apoyado la candidatura del ex Alpargatas, Guillermo Gotelli, la vinculaba con el menemismo y sobre todo con la convertibilidad.
Para graficar la situación, por aquellos días uno de los referentes del Grupo Industriales repetía una anécdota de los 90 que, según su versión, denotaba por qué habían ganado otra vez los menemistas. "En una de las fervientes reuniones de la UIA, a Luis Pagani, le enrostramos que nadie le iba a comprar sus caramelos si en la Argentina seguía el 1 a 1 que estaba matando a la industria y dejando en la calle a miles de trabajadores". Arcor en 2003 todavía no se había pasado de bando y se sentaba en la UIA junto con multinacionales como Cargill y Coca Cola.
Así las cosas la UIA no tardó en romperse. El Grupo Industriales tuvo el olfato, la habilidad y el dinero necesario para crear una suerte de UIA paralela, que llegó a tener más vínculos con el kirchnerismo que el propio Álvarez Gaiani.
Como muestra sobra un botón: en noviembre de 2003, Industriales organizó un seminario en Rosario. La fecha elegida no fue casual. En el mismo momento que los ministros Lavagna y Julio de Vido eran los principales oradores en Rosario, el Instituto para el Desarrollo Empresarial de la Argentina (IDEA), realizaba el tradicional Coloquio en Mar del Plata.
La idea del contracoloquio, según después confirmaron varios industriales, fue a pedido de Kirchner.
El presidente del Grupo Techint, Paolo Rocca, consideró en ese entonces que la industria nacional "tiene una oportunidad para desarrollarse tras la devaluación" y defendió la gestión del Gobierno, que "está dando herramientas" al empresariado para crecer. "Hoy tenemos oportunidades de rearmar el tejido industrial argentino, extender un proyecto de sustitución de importaciones más profundo de lo que se ha hecho hasta ahora, acceder a los mercados de exportación e introducir tecnología", sostuvo Rocca, en una presentación del Observatorio Pymes.
Cuando Álvarez Gaiani deja la presidencia, asume Héctor Méndez. El hombre del plástico tuvo un par de cruces con el Gobierno, pero logró capear el temporal. La situación mejoró cuando llegó a la UIA Juan Carlos Lascurain, el ahora mimado por Cristina Kirchner, también supo tener buen diálogo con Néstor. Claro que la luna de miel siguió con Lascurain pero se terminó con Techint. En 2008 se estatizaron las AFJP y el Gobierno nombró a Axel Kicillof director en Techint por las acciones que le correspondían al Estado. Techint hizo todo lo posible para que el ahora ministro de Economía, no se sentara en la mesa de decisiones de la compañía. El Gobierno con el apoyo de Hugo Moyano le bloqueó el acceso a las plantas de Siderar, una de las principales empresas del Grupo. La guerra se había desatado. Techint criticaba y el Gobierno respondía con más artillería.
Luego del muerte de Kirchner, la historia del Gobierno con la UIA se recompuso con José de Mendiguren como titular de la UIA. El Vasco se transformó en una especie de gurú de la Presidenta. Pero las cosas también terminaron mal. De Mendiguren se convirtió en diputado por el Frente Renovador de Sergio Massa. Ayer un industrial decía por lo bajo "estamos tan mal y pensar que fue Kirchner el que eligió a Miguel Peirano, un niño mimado de la UIA, secretario de Industria y luego ministro de Economía".