Daniel Scioli está contento. O al menos está aliviado. Desde que supo que su compañero de fórmula será Carlos Zannini, está convencido que logró la mitad de su objetivo. Ya es el candidato presidencial del peronismo, del kirchnerismo y de Cristina. "Yo vengo bancando este proyecto", dice en una de sus frases contraculturales.
El subtexto indica que Scioli viene bancándose a Néstor primero y después a Cristina, y luego a Kicillof, a Randazzo, a Máximo y a los pretenciosos intelectuales de Carta Abierta. Tanta liturgia y tanto dinero del Estado despilfarrado no alcanzó porque el proyecto no pudo conseguir un candidato más kirchnerista que Scioli.
No le importa que los mercados se hayan derrumbado en Argentina y en Nueva York. Ni que el dólar blue haya cruzado la frontera de los 13 pesos. Scioli cree que no había manera de convertirse en candidato enfrentando a Cristina. Y por eso aceptó todo lo que le pidieron. Quienes lo conocen dicen que Scioli quiere gobernar ocho años. Pero para éso deberá superar la telaraña que el kirchnerismo le prepara en caso de que logre vencer a Macri y a Massa.
Esta es la semana psicológica de Daniel Scioli. Le sonríen las encuestas y sus asesores creen que, después de Santa Fe, podrían obtener un resultado favorable en los reñidos comicios en Mendoza este domingo. Sólo una campaña muy convincente y exitosa de la oposición podría detenerlo. Pero para éso hacen falta una clarividencia y una determinación que hoy cuesta adivinar entre sus adversarios.