El presidente electo Ollanta Humala recibirá el próximo 28 de julio un pais en bonanza económica, que viene creciendo a tasas chinas (7% promedio). Pero se topará con un Congreso fragmentado que lo obligarán a forjar alianzas para poder cumplir sus promesas electorales y asegurarse la gobernabilidad.
De las 130 bancas parlamentarias, su partido Gana Perú sólo cuenta con 47, lejos de las 66 que se precisan para tener mayoría. Un posible aliado será el ex presidente Alejandro Toledo, que obtuvo 21 bancas en la primera vuelta, pero sólo si asume un programa de gobierno moderado.
Temido por el sector empresarial por sus ideas estatistas, que se fueron atenuando con el correr de la campaña, analistas consultados por El Cronista pronostican un freno en las inversiones privadas en los próximos meses, por lo menos hasta que Humala dé a conocer quién estará a cargo del ministerio de Economía.
Humala tendrá que decidir entre dos opciones y cualquiera de ellas tendrá un alto costo político. Si opta por aplacar a los empresarios, recibirá fuertes reclamos de una base importante de su electorado, que son los sectores más radicales. Si, por el contrario, responde a los intereses de quienes se oponen a la explotación minera, no recibirá los altos dividendos que recibe el sector y le faltará dinero para poner en práctica los planes sociales que prometió, afirmó el sociólogo Carlos Basombrío.
Desafíos
El más importante y más urgente de los desafíos de Humala será lograr una mejor distribución de la riqueza para que lleguen beneficios a casi el tercio de la población que todavía vive en la pobreza. Analistas consideran fundamental que implemente programas de ayuda en un plazo inmediato para evitar conflictos sociales, al tiempo que se pongan en marcha reformas más estructurales en educación y salud pública.
El segundo desafío es lograr una mayor diversificación de las exportaciones ya que las ventas al exterior de materias primas: minería (plata cobre y zinc), pesca y agricultura, tienen un peso muy fuerte en la econo- mía. Si el país logra diversificar su producción y exportaciones, se acercará a un crecimiento económico sustentable. El de ahora responde a una situación coyuntural, apoyada en el despunte internacional del precio de los metales, pero que puede modificarse y traer consecuencias desastrosas.
El tercer desafío, que está muy relacionado con el segundo, pasa por mejorar la infraestructura, en particular de puertos, aeropuertos y autopistas, y así poder impulsar una efectiva descentralización de la economía.
Estos tres desafíos tendrán muy poco efecto si al mismo tiempo no se libra una lucha sin cuartel contra la corrupción y el narcotráfico. El país está cerca de convertirse en el mayor productor mundial de cocaína después de Colombia y los carteles mexicanos manejan el negocio del narcotráfico con la impunidad que le da un sistema a judicial permeable a los sobornos.