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Desgastado en la gestión, aquejado por las jugadas de su vicepresidenta para torcerle el rumbo, el Presidente se recuesta cada vez más en su círculo íntimo. Tras haber sacrificado a parte de su staff más fiel después de caer con dureza en las elecciones legislativas, forzado a lotear -aún más- su equipo, y en momentos en que el kirchnerismo golpea el acuerdo con el Fondo, Alberto Fernández mira a su alrededor y reparte entre pocas figuras las tareas más complejas.
Días antes de anunciar el entendimiento al que la Argentina había llegado con el Fondo, el Presidente convocó nuevamente al gabinete económico a la Residencia de Olivos para ultimar detalles y alinear los números de la política monetaria, fiscal, impositiva y productiva. Una cita semanal de la gestión de Santiago Cafiero cuando otrora fungía como jefe de gabinete, el equipo económico como un todo se fue diluyendo a la llegada del gobernador de Tucumán, Juan Manzur, para coordinar los ministerios.
En aquella reunión a fines de enero sorprendió la participación del jefe de asesores del Presidente. El dirigente del PJ porteño, Juan Manuel Olmos, fue bendecido en la ocasión como el nuevo coordinador del (reflotado) gabinete económico.
Sin posibilidad de forzar cambios, el jefe de Estado deposita más poder real, en pocas manos.
¿Por qué el abogado, ex presidente del Consejo de la Magistratura, de vínculo aceitado con Horacio Rodríguez Larreta, la Justicia, y hasta el Papa Francisco? La salida de Cecilia Todesca de la vicejefatura de gabinete y el enroque por Jorge Neme en el ala económica de la Cancillería no alcanzó, pese a la aptitud del otro tucumano que orbita en la esfera nacional.
El Presidente prefirió un jugador silencioso de la política, un constructor de su armado político, para la díficil coordinación de áreas que afectan el pulso de la economía real.
Porteño y de bergoglio
Olmos fue de los primeros militantes del peronismo citadino en poner al servicio de Alberto su estructura partidaria. El abogado oriundo de Mataderos lidera el Nuevo Espacio de Participación (NEP), una corriente que disputó en su momento la conducción del aparato pejotista porteño con el dirigente sindical Víctor Santa María y que recela de La Cámpora.
A la semana de ser ungido por Cristina Kirchner como candidato, Olmos organizó un locro patrio con su "orga" y dio el primer baño de multitudes a Fernández. Más tarde, lo llevó a pasar la Nochebuena junto con su familia a la mesa solidaria montada con los curas del santuario de San Cayetano, y más de una vez ha intercedido con Roma para acercar posiciones. Olmos fue bautizado por Jorge Bergoglio. Lo liberó del pecado original.
En la Casa Rosada justifican su nueva función. Sin Presupuesto aprobado, hace falta alguien con despacho a metros del Presidente para interceder entre ministerios para que el ministro Guzmán habilite las partidas. Que audite el cumplimiento de las metras trazadas durante la reunión. Y que pula los roces y lucha de egos.
Fernández no solo apuesta por Olmos. En las últimas semanas, el Presidente acopló a sus viajes a la diputada Victoria Tolosa Paz. En la semana que pasó, bendijo a una agrupación universitaria platense en la que su candidata en 2021 talla fuerte, pese al descontento de otras tribus frentetodistas. Hay quienes ven en esas medidas un tanteo del terreno para pensar en una precandidatura a la gobernación.
A contramano, su jefe de gabinete, Juan Manzur, ha quedado enfocado a la tarea administrativa, resolviendo disputas de segunda escala en términos de poder, por fuera de la constelación de tres estrellas, que componen el "albertismo", el massismo y el kirchnerismo. El tucumano sabe que no hay posibilidad de crecer si acaso no remonta al gestión presidencial. Pero igual se sigue encomendando al proyecto Juan XXIII.