A 22 años del crimen al fotógrafo José Luis Cabezas, quien le puso el rostro a uno de los símbolos de la corrupción de los años 90, todos los condenados por su muerte permanecen eximidos de prisión.

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la muerte del fotógrafo José Luis Cabezas. El 25 de enero de 1997, fue asesinado por ponerle rostro al empresario más buscado de entonces: Alfredo Yabrán. Y con ello, quedaba al descubierto la red de contactos que mantenía el dueño de OCA y que incluía desde mano de obra desocupada de la última dictadura militar hasta la propia Casa Rosada, en donde Carlos Menem cumplía su segundo mandato como presidente de la Argentina.

El nombre de Yabrán había estado en boca del ministro de Economía de aquel entonces, Domingo Cavallo, cuando, en una exposición frente al Congreso en 1995, lo acusó de liderar una "mafia enquistada en el poder". Pero fue Cabezas quien lo fotografió en una playa en Pinamar a comienzo de 1997, para luego aparecer muerto, calcinado y con un tiro en la cabeza.

"Sacarme una foto a mí es como pegarme un tiro en la frente", había dicho el empresario, que, al encontrarse acorralado por la policía, en mayo de 1998 en Entre Ríos, se quitó la vida con una escopeta, pegándose un tiro en la boca.

Así, quedaba atrás uno de los símbolos de la corrupción de los años '90.

Al día de la fecha, todos los condenados por su muerte permanecen eximidos de prisión. A esto se le debe sumar un dato, y es que el autor material del asesinato, Gustavo Prellezo, condenado a prisión perpetua como autor material del asesinato de Cabezas y que está desde 2010 con libertad condicional, se recibió de abogado.