En un país sediento de divisas pero atragantado de cortoplacismo y de falsas antinomias, bien vale tener en cuenta que las exportaciones de servicios basados en el conocimiento (SBC) ascienden a u$s 6.900 millones, lo que equivale aproximadamente a un mes entero de lo que se exporta de bienes. Y esa de por sí impactante cifra no incluye las divisas que ingresan por exportación de servicios de salud y educativos, cuyos datos no están disponibles aunque se estima que alcanzan montos importantes.

Los SBC comprenden a los servicios informáticos, audiovisuales, contables, jurídicos, publicidad, marketing, asesoramiento a empresas, salud y educación, entre los más importantes. De todo eso la Argentina está exportando mucho, y a un ritmo de crecimiento muy elevado: en el año 2000 se exportaban apenas u$s 500 millones. Sólo esos datos bastan para mostrar que el debate acerca de si el país tiene que especializarse en agro o industria es tonto. Pero, además, están las siguientes comparaciones: las exportaciones de servicios informáticos superan en un 25% a las de autopartes y en un 50% a las de frutas; las de servicios empresariales, profesionales y técnicos superan en un 20% a las de autos, en un 75% a las de acero + aluminio y equivalen a las de maíz; las de servicios jurídicos, contables y asesoramiento son mayores a las de carne; las de publicidad e investigación de mercado casi duplican a las de textiles y confecciones; y las de servicios audiovisuales superan a lo que se exporta de caucho y sus manufacturas.

Esas comparaciones figuran en un apasionante estudio titulado Los servicios basados en el conocimiento: una nueva oportunidad exportadora para la Argentina, que elaboraron Andrés López y Daniela Ramos, economistas del Centro de Investigaciones para la Transformación (Cenit).

López y Ramos resaltan que los SBC también son fuertes generadores de empleo, y de empleo calificado y con mejores salarios que el promedio. Calcularon que en el año 2012 esas actividades representaban el 6,7% del total de empleo registrado de la economía, sin computar las ocupaciones vinculadas a salud y educación.

Además de por la capacidad de generar divisas y empleos de calidad, López y Ramos sostienen y fundamentan que es importante apoyar el desarrollo de los SBC porque ofrecen oportunidades para las Pymes, generan ganancias de productividad para toda la economía, son altamente innovadores, y crean significativos derrames virtuosos al resto de la economía.

Argencon es una entidad que agrupa a varias de las empresas que exportan SBC. Su presidente Carlos Pallotti da algunos ejemplos muy poco conocidos:

n Todos los check in de American Airlines del mundo se hacen con una aplicación desarrollada y soportada desde Córdoba;

n Accenture tiene el cuarto estudio con más cantidad de abogados del país (más de cien), que se ocupan de estudiar los contratos que la corporación hace en Estados Unidos;

n Varias empresas (IBM, Exxon-Mobil y Arcos Dorados, entre ellas) realizan aquí la contabilidad y gran parte del proceso impositivo de sus casas matrices;

n Citibank tiene un centro de implementación de call centers, desde el cual se realiza la instalación de las aplicaciones, la capacitación del personal y la preparación del entorno operativo cada vez que el banco abre un centro en cualquier parte del mundo;

n Varias de las grandes empresas de señales televisivas realizan edición, animaciones y producen contenido para el resto del mundo.

El avance tecnológico está borrando las diferencias entre bienes y servicios. La comercialización por Internet de libros digitales, música o películas ha desmaterializado objetos y transformado un comercio de bienes en otro de servicios, explican López y Ramos. La telemedicina o la educación a distancia corren en igual sentido.

Se trata de un proceso global. El comercio de SBC mueve alrededor de u$s 1,6 billones, una cifra que es 3,7 veces superior a la de diez años atrás, y mayor a todo el comercio mundial de alimentos (incluyendo materias primas y procesados), minerales, acero, textiles, electrónicos o autos.

De un proceso global muy activo en países en desarrollo. Las exportaciones de SBC originadas en esos países suman algo más de u$s 500.000 millones. Gigantes como China e India ya están llegando a los 100.000 millones cada uno, pero países más chicos muestran números muy grandes: Irlanda 80.000 millones; Polonia y Dinamarca 14.000 millones; Filipinas y Malasia 11.500 millones; Indonesia, Tailandia y República Checa entre 8.000 y 9.000 millones.

Los u$s 6.900 millones de la Argentina no son poca cosa, pero el país tiene condiciones para dar otro salto. Según expertos citados en el trabajo del Cenit, las ventajas competitivas que actualmente tiene el país para atraer operaciones que las multinacionales radican en lo que se llama centros de delivery global desde donde prestan servicios al resto del mundo, son la experiencia y el tamaño de la fuerza laboral calificada, las capacidades en idiomas y, en menor medida, los costos laborales.

La Argentina no rankea tan bien en infraestructura, propiedad intelectual, costos impositivos y regulatorios, riesgo país y entorno institucional.

En lo inmediato, la atención estará puesta en el Mundial. Y luego vendrán las discusiones sobre la coyuntura y el precalentamiento para la campaña electoral. Momentos muy poco propicios para hablar de ciertas cosas.