Las cuatro palabras más caras son: "Esta vez es diferente". Es una de las frases célebres de John Templeton, leyenda de Wall Street fallecido en 2008. Nunca llegó a ver la ruinosa jugada del fondo Franklin Templeton en Argentina durante la etapa Macri, cuando los ejecutivos de la compañía compraron bonos por más de U$S 5.000 millones, la mayoría en pesos a tasa fija, entusiasmados por los vientos de cambio que pregonaban los funcionarios.
JP Morgan es el banco de inversión que más elogió el rumbo económico de la era Milei y hasta el viernes era el más optimista. Brokers de Wall Street hasta sugieren que semejante respaldo obedece a la excelente relación que economistas y ejecutivos del banco mantienen sus ex colegas y actuales funcionarios económicos.
En su último informe, el banco sugiere a sus clientes cerrar la etapa de "carry trade" con bonos en pesos iniciada con el acuerdo con el FMI. Lo explica así: "Creíamos que el nuevo esquema estabilizaría las expectativas cambiarias, lo que junto con señales de disciplina fiscal y reservas en aumento, creaba condiciones atractivas... Sin embargo, con la reciente intervención en el mercado de futuros y cierta presión en el mercado paralelo, vemos conveniente reducir exposición por ahora. El peso argentino ha estado entre los de peor rendimiento en los mercados emergentes durante los últimos dos meses, mientras que la mayoría de las monedas se apreciaron en ese período. Hemos estado señalando que la dinámica de la cuenta corriente merecía atención, y en particular que las salidas de divisas por turismo podrían seguir siendo una fuente de presión, especialmente de cara a las vacaciones de invierno".
En efecto, el régimen de flotación entre bandas que instrumentó el Gobierno en acuerdo con el FMI deberá pasar el "test del segundo semestre". Mayo y junio fueron meses de una oferta récord de agrodólares, potenciada por la baja transitoria de retenciones que venció ayer. Para tener una idea, venía con un ritmo promedio de U$S 200 millones diarios y cerró en U$S 3.700 millones, por encima de los U$S 3.000 millones de mayo, el mes récord. Pero con la avalancha de declaraciones juradas de exportación presentadas en la última semana, en julio estaría garantizada una entrada importante de divisas.
Como la cosecha es similar en volumen a la 2024, el esquema de baja transitoria de retencionessirvió para que se liquidaran en el primer semestre unos U$S 15.500 millones. Fue un anticipo extraordinario de dólares para el plan económico, cuyo faltante se hará sentir en la oferta de dólares a partir de agosto.
Pese a semejante lluvia de dólares, el BCRA no compró un sólo dólar en el mercado cambiario, para profundizar el escenario de desinflación con dólar barato en el año electoral. Pero, además, el tipo de cambio nunca se acercó al piso de la banda y cerró el mes en $1.200 el mayorista. Del otro lado apareció una demanda de dólares cada vez más potente: importaciones creciendo al 35%, boom de "viajes" al exterior y compra de dólares para atesorar.
Desde junio del año pasado, esta economía "gasta/invierte" más dólares de los que genera, es decir convive con un déficit de cuenta corriente del balance de pagos. Ese déficit, según el informe cambiario que publica el BCRA, fue de 12.440 millones en los últimos 12 meses. El blanqueo, junto con los préstamos en dólares tomados por empresas, sirvió para financiar ese bache durante el verano. Mientras que el adelanto extraordinario de la cosecha y el crédito comercial para importaciones fue otro puente que se tendió en los últimos meses.
Con los últimos datos del INDEC, el Gobierno admite ahora que el rojo en las cuentas externas podría llegar a 2 puntos del PBI este año, frente al 0,4% que proyectaba el acuerdo con el FMI, que no casualmente preveía a esta altura más dólares en las reservas, un tipo de cambio más alto y tal vez más inflación.
Según Caputo, ese déficit es "sano y absolutamente razonable" porque, como no hay déficit fiscal, eso refleja que hay un proceso de inversión local financiado por "ahorro externo", ya sean dólares del colchón o deuda en dólares tomada por el sector privado.
Sin embargo, las cifras del BCRA no muestran que estén saliendo los dólares del colchón. En mayo, tras el levantamiento del cepo, los argentinos adquirieron U$S 1.954 millones en el mercado de cambios y en dos meses la denominada "formación de activos externos" -dólares que salen del sistema- sumó U$S 5.246 millones. Los dólares no salen, se siguen yendo al colchón. Mientras que en mayo los gastos con tarjeta en el exterior llegaron a U$S 770 millones y acumularon casi U$S 9000 millones anuales, no muy lejos del récord de abril 2018.
La discusión de fondo es siempre la misma: quién financia la transición hacia la Argentina de boom exportador 2030, de Vaca Muerta, la minería y el agro sin retenciones. Ya pasó el blanqueo, el FMI, el campo y habrá que ver si se ablanda el colchón o si continúan las colocaciones de deuda en pesos, a suscribir en dólares, que sacó de la galera Caputo. La decisión de la jueza Preska de embargar las acciones del Estado en YPF le mete más ruido a un esquema que requiere cada vez más financiamiento, reducir el riesgo país y mejorar el acceso al crédito.
"Esta vez es diferente", repiten como un mantra en el equipo económico. Es lógico que muchas cosas rimen con melodías del pasado. Pero, además del equilibrio fiscal, tal vez una diferencia relevante sea el régimen de flotación cambiaria: si no aparece más oferta de dólares, el mercado se encargaría de encontrar un nuevo equilibrio para la economía real.