La información de nuestra vida ya es digital. Aumentan los smartphones, las tablets y los objetos conectados, tendencia bautizada como Internet of things (IoT). Para cuando este año termine, casi 3 mil millones de dispositivos conectados convivirán entre nosotros. Toda esa gran cantidad de información digital que producen (Big Data) es almacenada en servidores remotos (la nube) controlados por diferentes empresas y gobiernos. Los números son fríos pero sirven para entender el presente: cuando usted termine de leer este párrafo se habrán subido 100 nuevas horas de videos a YouTube y 200 mil fotos a Instagram. También se habrán publicado 340 mil nuevos tuits en Twitter y 3,2 millones de posts en Facebook. A eso hay que sumarle todas las transacciones bancarias, recorridos de GPS, búsquedas en la web, chats, peajes, mails, documentos, llamadas telefónicas, cámaras de vigilancia, transportes públicos, historiales clínicos, radares, etc.
Pero, como la información es poder, todos esos datos están en peligro. Los robos y pérdidas de información se cuentan por millones. En el primer trimestre del año se detectaron más de 400 nuevas amenazas por minuto de intentos de hackeo para quedarse con datos ajenos. Para el 2016, la empresa de software de seguridad McAfee estima un aumento en la frecuencia y en el uso de tácticas de ataque informático y espionaje cibernético. "Mientras los grandes jugadores se transforman en recolectores de información más sigilosos, los ciberdelincuentes seguirán actuando más como actores de ciberespionaje nación/estado, reuniendo inteligencia de gran valor sobre individuos, propiedad intelectual e inteligencia operativa", advirtieron en un documento.
La seguridad informática preocupa a empresas y gobiernos y en los últimos años se transformó en un negocio multimillonario. Casos como Snowden, Wikileaks, Sony y los hackeos a los celulares y computadoras que filtraron fotos y videos íntimos de más de cien famosos (escándalo conocido como celebGate), obligaron a replantear las normas del nuevo mundo digital. La privacidad ya no existe.
Pero el venezolano Antonio Fuentes me jura que en Google la información está a salvo. Es el gerente seguridad a nivel mundial de la empresa y me cuenta desde California: "Supongamos que atacan con bombas uno de nuestros Data Centers y lo destruyen completamente. Los datos se replicarán automáticamente en otros. Los usuarios casi ni se enterarán del problema. Somos 300 personas cuya única misión es mantener la información segura". A los 38 años tiene en sus manos los datos privados (mails, fotos, chats, búsquedas, recorridos, etc.) de millones de personas. "Los usuarios tienen un rol fundamental y deben tomar conciencia sobre la seguridad de su información. La mayoría de las personas no saben cómo protegerse. Es un problema de educación", asegura.
Esta semana vino al país el español Chema Alonso, un ex hacker en los años 90, experto en seguridad y ahora CEO de la empresa Eleven Paths, comprada por Telefónica para venderle seguridad a sus clientes de todo el mundo. Le pregunté por los motivos de tanta inseguridad y desprotección y me respondió con una fulminante autocrítica: "Todos los que trabajamos en seguridad informática no fuimos capaces de hacer una seguridad mejor, para la gente común. Trabajamos para el geek. Te lo explico con la serie Big Bang Theory. Nosotros trabajamos para que nos entiendan Leonard y Sheldon, pero nos olvidamos de Penny".
Para Alonso, la clave está en generar seguridades más simples, embebidas y adaptadas. "Que con un botón puedas controlar la seguridad de tu casa y todos tus dispositivos, tal como enciendes y apagas la luz". Puso de ejemplo a LATCH, un sistema desarrollado en su empresa que desde el móvil permite abrir y cerrar las cerraduras de la casa. Y lo mismo para las cuentas bancarias y otros servicios con información sensible.
Pero falta mucho. Mientras tanto, un grupo de ciberdelincuentes logró en febrero el robo más grande de Internet hasta el momento. Se estima que se quedaron con mil millones de dólares de cajeros automáticos de más de 100 bancos de 30 países. ¿Cómo lo hicieron? Robando centavos de diferentes cuentas, todos los días, durante durante dos años. El estudio fue difundido por la empresa de seguridad cibernética Kaspersky y responsabilizó a hackers de China y Rusia.