En las últimas décadas, la economía china ha experimentado un crecimiento extraordinario que la ha posicionado como la segunda economía del mundo. Esta fenomenal expansión se sustentó, fundamentalmente, en un modelo basado en la exportación de mano de obra barata y un fuerte flujo de inversiones, tanto internas como externas. Hacia fines de la década pasada, este exitoso modelo fue llegando a su fin; en ese momento, acertadamente, las autoridades decidieron virar los motores del crecimiento hacia el consumo interno y el sector de los servicios. Asimismo, en simultáneo, las autoridades comenzaron a implementar reformas pro mercado en sectores claves como el industrial y el financiero. Lógicamente, las difícilmente sostenibles tasas de dos dígitos del modelo anterior fueron desapareciendo, dando lugar a un nuevo sendero de crecimiento que se ubica dentro de la banda del 6,5% al 8.0% anual.

A pesar de lo acertado del cambio de modelo, en este momento los mercados parecen sentir incertidumbre e incluso temor acerca de un futuro colapso de la economía china. Esta incertidumbre ha desatado desde comienzos de este año una fuerte caída de las bolsas chinas. En efecto, en el primer día de operaciones bursátiles de 2016, el mercado de Shanghai cerró con una caída del 7%; interrumpiendo las autoridades de acuerdo a una nueva reglamentación las transacciones. Como si esto fuera poco, el jueves 7 de enero las acciones cayeron otro 7%. Asimismo, durante la semana siguiente las caídas continuaron, acumulando al viernes 15 en apenas diez días de operación una caída del 18%. Los efectos de este desplome volvieron a demostrar el peso de China en los mercados financieros globales. En efecto, en simultáneo con el derrumbe del mercado chino, las principales bolsas del mundo han acumulado grandes pérdidas y se ha producido un claro flight to quality hacia los bonos del Tesoro de los EE UU, cuyo rendimiento a 10 años descendió del 2.30% a 2.05%.

La pregunta que surge, entonces, es la siguiente: ¿el mercado bursátil chino ha sufrido esta fuerte caída debido a una economía que se está derrumbando o, más bien, la misma se da por un temor de los inversores a que ello suceda en un futuro cercano?

La razón al menos por ahora sería la segunda. A nuestro juicio, la economía china, si bien debiendo superar aún algunos desequilibrios, se encamina a un nuevo sendero de crecimiento más sustentable que el anterior de dos dígitos. El mismo, ya hacia fines de la década anterior, se encontraba agotado debido a aumentos en el costo de su mano de obra que quitaban competitividad a las exportaciones y a una clara sobreinversión en la mayoría de los sectores. Es más, de haberse insistido con el modelo anterior, la más que previsible caída de las exportaciones y de las inversiones necesariamente hubiera conducido a su economía a una fuerte crisis recesiva.

La economía china, pues, ha cambiado correctamente de modelo. El mismo ha generado importantes cambios en la configuración de su dinámica económica, los cuales deberán consolidarse mediante la implementación en el corto plazo de nuevas medidas de estímulo monetario (baja de tasa de interés, reducción de los requerimientos de efectivo mínimo y mantenimiento del relajamiento monetario) y fiscal (plan de modernización de la infraestructura ) .

Con respecto a las recientes y fuertes caídas de la bolsa, en principio las mismas no estarían reflejando un real colapso de la economía, sino más bien el temor e incertidumbre de los mercados respecto a un eventual hard landing. Probablemente las preocupaciones se mantengan a lo largo de 2016, pero en forma progresiva la confianza respecto a las perspectivas de largo plazo de la economía debieran ir ganando terreno.

En síntesis, la economía china se halla en una etapa de transición debido a un adecuado cambio de su estrategia de desarrollo. La posibilidad de colapso es, por el momento, de muy baja probabilidad. En consecuencia, todo parecería indicar que el cambio de mood por el temor y la incertidumbre a un eventual hard landing que en las últimas semanas impactó negativamente en los mercados mundiales al menos por ahora no se corresponde con la realidad de los fundamentals. A pesar de ello, es altamente probable que las actuales volatilidades no desaparezcan en el corto plazo; en efecto: un cambio de mood como el actual no cambia de un día para el otro.