Mientras el Gobierno se enfoca en discutir con sus socios políticos opciones que ayuden a reanimar la economía, los analistas son escépticos ante la posibilidad de que haya medidas que logren mover la aguja. A esta altura del partido, el objetivo que mueve el interés de Cambiemos es la inflación, ya que todos los candidatos que tendrán que salir a recorrer el territorio, aseguran que no podrán ni hablar si antes no se enfría un poco el recorrido alcista de los precios. Pero reaccionar en abril puede ser un poco tarde: después de un aumento cercano a 11% en solo tres meses, lo que se puede esperar es que para la época de las PASO la variación esté más cerca de 2%, casi el promedio estructural de inflación mensual de los últimos doce años.
En la búsqueda de recetas, hubo objetivos ambiciosos: se habla de mantener precios de una canasta de productos básicos durante seis meses. Para los empresarios, se trata de un congelamiento. Marcos Peña, al hablar ante el Congreso, los denominó "acuerdos voluntarios de no incremento". Digamos que es un llamado a poner el hombro, sin pistolas sobre la mesa. Su modelo es que los precios cuidados se vuelvan precios corajudos, como definió una cadena de supermercados a su propio modelo de congelamiento de 1300 productos de marca propia. Pero no es lo mismo que una empresa sacrifique rentabilidad en un segmento secundario, a reclamar que una firma grande lo haga con su producto principal, y que además garantice abastecimiento.
El Gobierno quiere mostrar que si los privados imitaran esa lógica de no subir precios, venderían más. Pero en paralelo crecen los costos y las espaldas de las empresas ya están dobladas. Si prospera será un voto de confianza, pero no demasiado largo.