El Ministro Carlos A. Tomada firmó la resolución que le concede personería gremial al gremio de los metrodelegados, desplazando así a la Unión Tranviarios Automotor (UTA) que ejercía la representación de los trabajadores de los subterráneos metropolitanos. Privilegiar a un sindicato nuevo en desmedro de uno de los gremios tradicionales del movimiento obrero es un acontecimiento sin precedentes.
Si bien nuestro sistema legal no admite la coexistencia de dos o más gremios, los fallos ATE 1, ATE 2, y Rossi, todos de la Corte Suprema, determinaron que el modelo de unicato o unicidad sindical en principio afecta el principio de no discriminación, las bases igualitarias y la democracia sindical interna, y violan normas constitucionales como las contenidas en el art. 14 bis (CN) y los Convenios suscriptos por Argentina en la OIT.
En función de las conclusiones que se pueden extraer de estos antecendentes, parece que dos sindicatos con personería podrían coexistir, a pesar de que aún no se ha reformado la Ley de Asociaciones Sindicales, manteniendo la representación que ejerce cada uno en función de los afiliados que posea cada entidad.
En el caso, los metrodelegados contarían con unos 1800 afiliados de más de tres mil trabajadores, y UTA podría detentar la representación de unos 1300. Sería un caso inédito, porque los dos poseen personería, pero no sería el único, ya que en el marco del Estado comparten la representación por ejemplo UPCN y ATE y sindicatos de representación acotada a una determinada repartición.
Otro ejemplo es el Correo Argentino que cuenta con tres federaciones y más de 60 gremios, todos ellos dentro de la empresa estatal, donde muchos trabajadores están afiliados al mismo tiempo a más de una entidad. Todos coexisten y se valer de los afiliados para determinar el ámbito de representación personal.
Si bien el procedimiento que determinó la resolución que concede la personería gremial a los metrodelegados desplazando a UTA es objeto de una serie de impugnaciones, lo cierto es que los nuevos sindicatos, los gremios meramente inscriptos y que aún no cuentan con la personería gremial, están presionando sobre el modelo sindical originario, en la búsqueda de un modelo intermedio, que mantenga la mentada personería, pero que a la vez, reconozca la coexistencia en un mismo ámbito de representación de dos o más gremios. Obviamente, cada uno de ellos solo podrá representar a los afiliados.
No es extraño que Antonio Caló desde la CGT oficial, Luis Barrionuevo desde la agrupación Celeste y Blanca, y los dirigentes de los gremios más importantes del país firmen un acuerdo que contempla un plazo de gracia al futuro gobierno nacional, a cambio de la preservación del modelo del sindicato único (unicato) de la vieja Ley 23.551, tal y como fue concebida por la CGT de los años 80 al final del gobierno de Alfonsín, bajo la inspiración de Jorge Triaca (padre) dirigente del plástico y de la CGT que luego fue el primer Ministro de Trabajo de Carlo S. Menem.
Curiosamente, hoy Jorge Triaca (hijo) heredará como Ministro de Trabajo del nuevo gobierno nacional la problemática de una ley promovida y defendida por su padre.
Unidad y pluralidad sindical quitan el sueño a los dirigentes sindicales justicialistas, que utilizaron el modelo del unicato para fortalecer su poder social, político y económico, y preocupa a gran parte del empresariado, que ha tratado de preservar la interlocución con dirigentes verticalistas que tenían en el pasado un amplio dominio sobre las bases.
Hoy, en términos mucho más frágiles, la representación de los grandes gremios se sustenta en la negociación colectiva de los salarios, que a la vez, se ha transformado en una carrera entre los niveles de ajuste de los básicos de los convenios y la inflación, sin contemplar factores esenciales para el empresariado como son la productividad, en franca caída, y la pérdida de competitividad en la región, que nos desplaza de los mercados internacionales.
La segmentación de la pirámide sindical, la creciente participación de los delegados y miembros de comisión interna disidentes, retraen el conflicto a un manejo de las bases en asambleas con sus representantes directos frente al empleador. En ese escenario la cúpula sindical queda aislada.
El debate lanzado en la Era K continuará en la próxima etapa, donde no parece que el viejo régimen legal resista el embate de los tiempos y de los nuevos vientos que corren.
Seguramente, un régimen de coexistencia de la persona jurídica en dos o más gremios dentro de un mismo ámbito de representación sea la salida a un sistema que vivió creció y se desarrolló durante sesenta años pero que ahora, inexorablemente está en crisis y sin dudas, en decadencia.