Nada importa más al argentino hoy que saber cuánto dinero tendrá en el bolsillo y qué podrá hacer con esa suma mañana. Ya sea que sus ingresos provengan de un salario, la facturación por una tarea profesional, un bono o hasta una ayuda social, entre muchas otras alternativas, toda recomendación de inversión es escuchada atentamente.
Y no solo por la posibilidad de conseguir ganancias sino, en tiempos de la inflación más alta en 32 años -se disparó a 12,4% en agosto y 124,4% anual- y desvalorización del peso, particularmente por encontrar una alternativa para estirar lo que costó obtener y llegar con aire a fin de mes o, en algunos casos, al menos hallar un refugio para no perder ahorros.
No es casual que la mayor cantidad de aperturas de cuentas comitentes respondan a la intención de obtener dólar MEP, la manera en que quienes evitan el oscuro mercado del blue encuentran una forma de hacerse de manera legal con la divisa estadounidense, o que términos como Cedears resulten cada vez más familiares a muchos argentinos.
Y, por esa razón, tampoco es antojadizo que la economía domine la agenda electoral. Las elecciones se juegan en el bolsillo y ganar la atención del votante requiere hablar en esos términos.
Por ello, así como la dolarización propuesta por Javier Milei marcó el debate en los medios y en las redes, tanto en la previa como en las semanas posteriores a las PASO, por estos días ese espacio lo ocupan los cambios en el impuesto a las Ganancias decretados por Sergio Massa y el proyecto de ley que llevó al Congreso, así como los anuncios previstos para jubilados, beneficiarios de AUH,autónomos y monotributistas. Medidas que, además de ganar un espacio en la agenda pública, pueden tener efectos políticos y económicos adicionales.
Primero, garantizar la base de un electorado que, al menos, lo deposite en un hipotético ballottage presidencial. Con el reciente decreto, el número de contribuyentes de Ganancias caerá desde los 2,4 millones en 2019 a menos de 90.000 desde octubre, dato no menor para el escenario de tres tercios apretado que arrojaron las primarias, sobre todo si se tiene en cuenta que los anuncios que se realizarán esta tarde en La Rioja plantean alcanzar a otras 8 millones de personas.
Segundo, exhibir contradicciones en Juntos, su principal rival para acceder a esa instancia electoral; ya que no solo Patricia Bullrich desafió a poner en práctica la quita del impuesto a las Ganancias hace apenas unos días, sino que la medida formó parte de un incumplido compromiso con los trabajadores que Mauricio Macri utilizó en su campaña de 2015.
Tercero, contrarrestar el impacto de una inflación desbordada con una inyección al consumo que, adicionalmente, evite que la menor actividad se convierta en profunda recesión.
Es evidente que reducir el déficit fiscal no será la prioridad en este tiempo. Como tampoco la preocupación por el efecto inflacionario que podrían acarrear las medidas si se apela a la emisión para cubrir el potencial bache fiscal, más allá de los ingresos por el mayor consumo y el impuesto a las importaciones. Y también si los precios siguen su escalada pese a los múltiples congelamientos -alimentos, artículos de primera necesidad, medicamentos, combustibles, prepagas, tarifas, etcétera- que se extenderán hasta haber cumplido con el paso por las urnas.
Será entonces, en el momento en que el país elija al próximo Presidente, cuando se sabrá qué pesa más y cómo responderá el bolsillo del electorado.