El mundo paralelo del fútbol global suele depararnos hechos sorprendentes y esta vez no es la excepción. Días pasados, en Nueva York se reunieron los popes del fútbol sudamericano con el presidente de la FIFA, el suizo italiano Gianni Infantino.
Al cónclave asistieron Alejandro Domínguez, presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol, Mattias Grafström (secretario general FIFA), Claudio "Chiqui" Tapia, Ignacio Alonso y Robert Harrison, presidentes de las federaciones de Argentina, Uruguay y Paraguay, más los presidentes Santiago Peña (Paraguay) y Yamandú Orsi (Uruguay).
"¡El Fútbol no tiene fronteras! Tuvimos una reunión sumamente importante con vistas a enaltecer los valores del fútbol. Dentro de poco vamos a anunciar buenas noticias que van a impactar al mundo", posteó Domínguez. Y a renglón seguido, el mandamás de la CONMEBOL agregó: "¡Creemos en un Mundial 2030 histórico! Gracias Presidente Gianni Infantino por recibirnos y compartir este camino hacia el Centenario de la mayor fiesta del fútbol. Queremos hacer un llamado a la unidad, a la creatividad y a Creer en Grande. Porque cuando el fútbol se vive entre todos, la fiesta es verdaderamente mundial".
¿Un Mundial con 64 equipos?
El crecimiento exponencial de la oferta futbolística parece no tener fin. La curva ascendente del fútbol-espectáculo no se detiene y se multiplican las competencias en forma continua.
En sintonía con esta tendencia, los representantes del balompié de Sudamérica elevaron su propuesta formal a la FIFA: ampliar de 48 a 64 selecciones al cumplirse 100 años del 1er. Mundial, a disputarse en 3 continentes y en simultáneo, 128 partidos en total.
De aprobarse esta iniciativa, la Copa Mundial 2030 contaría con 16 grupos (a diferencia de los 12 de 2026), Argentina, Uruguay y Paraguay tendrían un grupo cada uno. Los 13 restantes habrían de distribuirse entre España, Portugal y Marruecos (países organizadores). Este nuevo diagrama modificaría lo programado hasta hoy: partido inaugural en Montevideo (en homenaje al Mundial Uruguay 1930), uno en Argentina y otro en Paraguay.
La postura de Uruguay
Tras la reunión protocolar en la Gran Manzana, el canciller uruguayo, Mario Lubetkin, declaró en rueda de prensa: "Una cosa que quedó clara es que nosotros no vamos a gastar una moneda, un peso, un dólar, para el Mundial. Los dineros hay que encontrarlos y se van a encontrar. Los fondos públicos van para las tareas que tenemos en relación a lo que estamos discutiendo en el Presupuesto y no se van a desviar absolutamente nada".
En tanto, el presidente de la Asociación Uruguay de Fútbol (AUF), Ignacio Alonso, a su regreso a Montevideo, precisó: "Esta asociación pretende que el Mundial no le cueste nada al país, pero le genere mucho", aludiendo a lo recaudado por las finales de Copa Libertadores y Sudamericana en 2021: u$s 77 millones.
Y añadió: "Lo que se habló es ver cómo colaboramos para llegar a una organización del Mundial que no sea un peso para las arcas de los países y más en Sudamérica. No podemos permitirnos que nuestros gobiernos sacrifiquen otros objetivos muy loables que son prioridades".
In Memoriam del primer mundial
Los planes para celebrar el centenario del Mundial 1930 anticipan un mega evento destinado a captar a las grandes audiencias globales de fans/consumidores.
Hoy -igual que un siglo atrás-, el caudal emocional se desborda cuando juegan las selecciones nacionales (léase, pasión por la camiseta = patriotismo).
Vale acudir a la memoria de aquella gesta futbolera que marcara un hito histórico.
El primer mundial se disputó en Uruguay entre el 13 y 30 de julio de 1930. Por entonces, tras la confirmación de la sede mundialista, España e Italia -más tarde Inglaterra- propiciaron un "boicot europeo" aduciendo que el torneo debía jugarse en Europa porque les resultaba extenuante y peligroso viajar en barco cruzando el océano Atlántico en pleno invierno sudamericano. El francés Jules Rimet (nombre a la primera Copa del Mundo), por entonces presidente de la FIFA, logró mediar hasta lograr que Francia, Bélgica, Rumania y Yugoslavia viajaran a Uruguay, aunque sin contar con algunas de sus principales figuras.
Finalmente, 13 selecciones disputaron la primera ronda, divididas en 4 grupos. Sólo un equipo clasificaba por grupo. Argentina y Uruguay (los dos mejores equipos) arribaron a la final, luego de vencer a EE.UU. y Yugoslavia por el mismo marcador: 6 a 1.
Según las crónicas de la época, durante la noche previa a la final, un grupo de uruguayos se congregó en la puerta del hotel de la delegación argentina, provocando ruidos molestos (nada ha cambiado).
Aquel 30 de julio, 90 mil aficionados asistieron al recién construido Estadio Centenario de Montevideo. Luego de una singular disputa, se acordó que el primer tiempo se jugara con un balón argentino y el segundo con otro uruguayo. El resultado parcial (2 a 1) favorable a los albicelestes fue revertido por un 4 a 2 final para "La Celeste".
En el entretiempo, el defensor argentino Luis Monti confesó que había recibido amenazas de muerte y pidió no salir al segundo tiempo. Finalmente, lo convencieron que completara el partido pero su participación fue casi nula (igual el resto del equipo).
Ante tan inusitada pasividad, el elenco uruguayo convirtió 3 goles y alzó la Copa como primer campeón mundial. Tras el triunfo de los charrúas, grupos de hinchas se pasearon festejando por la Avenida 18 de Julio portando un ataúd con la bandera celeste y blanca.
Otros enfervorizados, apedrearon el ómnibus que trasladaba a la delegación argentina hasta el puerto. En represalia, fanáticos argentinos atacaron la embajada uruguaya en Buenos Aires. En medio de un clima de hostilidad y denuncias desde una y otra orilla del Río de la Plata, se produjo la ruptura de relaciones entre ambas federaciones (AFA y AUF) y se suspendió la siguiente edición de la Copa América. Esa final devenida en memorable sólo mereció un recuadro con 20 líneas en el diario italiano La Gazzetta dello Sport.
La gran apuesta
Según estimaciones de analistas económicos, la creciente industria del deporte representa entre 1,5% y 2% del PBI mundial. Sobre el Mundial 2030 en España, la directora del diario Expansión, Ana Pereda, señala que podría concretarse "una inversión de 1.430 millones de euros en infraestructuras y que, según estimaciones oficiales, generará más de 5000 millones de impacto económico positivo y creará más de 80.000 puestos de trabajo a tiempo completo".
Según estimaciones de analistas económicos, la creciente industria del deporte representa entre 1,5% y 2% del PBI mundial
Del otro lado del Atlántico, las realidades son diferentes. Los directivos anfitriones de América Latina todavía no han dado a conocer proyecciones de impacto económico ni de recursos, inversiones y gastos (aunque abundan las discusiones y debates ideológicos por las redes).
El eslogan "Creer en Grande" sirve como señal para captar inversores interesados en renovar estadios e infraestructuras con miras al súper torneo del centenario.
Se trata de una gran apuesta que -por ahora- anida en el imaginario de los máximos representantes del fútbol latinoamericano, en busca de acuerdos útiles para torcer la historia y superar los desencuentros del pasado.