Una de las preguntas más utilizadas para referirse a la situación político-judicial del vicepresidente Amado Boudou es la que pretende saber si el Gobierno seguirá sosteniéndolo de cara al electoral 2015. Y en paralelo, incluso con más fuerza, "complicado" es el adjetivo que desde que se inició la causa Ciccone se convirtió, coma mediante, en el segundo apellido del ex ministro de Economía.
De no mediar imprevistos, en cada semana por venir, Boudou ocupará el primer puesto en la agenda política, a la par de las especulaciones en torno a la doble elección del año que viene, a los presidenciables y al inevitable fin de ciclo kirchnerista. Y con él, casi de compañeros de ruta, se reiterarán la pregunta y el adjetivo que vienen prevaleciendo en su diccionario.
Sobre el futuro de Boudou en el Gobierno y las tensiones que su presencia genera, el término insostenible, por ahora, no se aplica en toda su dimensión. El vicepresidente, aun a regañadientes, sigue siendo respaldado por el kirchnerismo duro, el que lidera la Presidenta y que integran, en segundas líneas, el jefe de Gabinete Jorge Capitanich y el secretario de Legal y Técnica Carlos Zannini. Con ellos se reunió a principios de junio previo a declarar por Ciccone, y, antes y después de esa cumbre, desde la Rosada baja la orden previa a cada viaje que el Vicepresidente debe realizar a Tribunales, sea por causas vinculadas a su rol de funcionario público como fue la indagatoria por Ciccone o, como ayer, por un expediente relacionado con su vida privada y anterior a su actividad política.
En el Gobierno afirman que el apoyo a Boudou continuará. No por convicción, sino a modo de autocrítica por haberlo elegido hace tres años para suceder al problemático Julio Cobos. Aseguran que una renuncia del compañero de fórmula de Cristina representaría una derrota institucional y un signo de debilidad de cara a lo que viene.
No piensan lo mismo los autodenominados presidenciables, nómina que lidera el gobernador bonaerense Daniel Scioli, y que también integran su par entrerriano Sergio Urribarri y el ministro del Interior y Transporte Florencio Randazzo. El 9 de julio, cuando Boudou presidió el acto en Tucumán por el aniversario por el día de la Independencia, Randazzo debió resignarse a saludarlo, intercambiar una broma, y tener la foto menos deseada para todo candidato que aspira a un cargo nacional en 2015.
El principal temor de los precandidatos reside en que, casi en simultáneo con las primarias de agosto del año que viene, Boudou pueda ser juzgado por Ciccone, causa en la que está procesado. Ahí es donde el rótulo de "complicado" del Vice se le puede adherir a quien elija Cristina para sucederla y comprometer las chances de aquellos que sueñan con encabezar el post-kirchnerismo.