Los inversores suelen plantear al gobierno de turno desafíos que responden, básicamente, al intento de generar mejores rendimientos en sus operaciones de mercado, más allá de las proyecciones y los deseos de la Casa Rosada. Y la última rueda dio una muestra más de ello. El movimiento alcista del dólar que sucedió a la fuerte suba de tasas concedida por el Tesoro para renovar vencimientos de deuda en la jornada previa, abre un interrogante respecto de la estrategia seguida por Economía para mantener a raya a la inflación. La apuesta del equipo que conduce el ministro Luis Caputo es retirar excedentes de pesos para evitar que presionen a los precios. Y si para ello es necesario convalidar tasas altas en las licitaciones de títulos públicos, lo hará, bajo el supuesto de que no afectará mayormente a la actividad. Pero la renovación de los títulos a plazos cortos proyecta dos nuevas barreras de vencimientos, mayores a la reciente, que deberá superar el próximo mes ($13,6 billones en dos semanas y otros $ 13,8 a fin de agosto), antes de afrontar el muro de casi $ 25 billones que le espera en la licitación del 10 de septiembre, apenas tres días después de las elecciones bonaerenses. Y con tasas tan altas en ese período, parece ineludible el impacto en el crédito que ha impulsado el crecimiento hasta hace un par de meses. La complicación para las empresas tendría también un resultado indeseado para el Gobierno: elenfriamiento de la actividad, como se observa ya en algunos sectores que, tras achicar márgenes al límite para sostener ventas, empiezan a reducir turnos de producción. O, peor aún para los planes oficiales, el traslado del mayor costo del dinero al producto final, con el consecuente impacto inflacionario. El incremento de la inflación también podría producirse como consecuencia de la suba del dólar (9% en julio), objeto de atracción para los inversores que hacen cuentas con los rendimientos que obtuvieron a partir de operaciones cruzadas en el spot y en el mercado de futuros. Si bien en Economía procuran relativizar la devaluación del peso por el escaso traslado a precios que tuvo durante el último mes, afrontar la mayor demanda del mercado en tiempos preelectorales sin la oferta de dólares que proporcionaba el campo hasta la semana pasada -como se adelantaron las ventas en junio, el efecto de la baja de retenciones recién se sentirá a fin de año y más aún en la próxima cosecha-, será un gran desafío para el Gobierno. Sobre todo si espera que la cotización de la divisa no de un salto que, finalmente, altere los precios de la economía. El desembolso del FMI podría ayudar en los próximos días a calmar las aguas de un escenario complejo. Mientras tanto, con la inflación por debajo del 2% también en julio, el Gobierno agotará recursos para controlarlo al tiempo que el mercado buscará, como siempre, encontrar la mejor ubicación para sacar provecho a la carrera entre el dólar y las tasas.