Desde su arribo a la Selección Argentina, Alejandro Sabella, siempre se comportó de la misma manera. Medido, mesurado, palabras claras y conceptos cortos. Gusten o no su visión futbolística, su escuela, sus decisiones y métodos, siempre declaró con coherencia y puso al grupo humano, al plantel, por encima de todo.
Quizá por eso, no sorprendió que en la conferencia de prensa de hoy haya desestimado cualquier tipo de enojo o molestia con las palabras de Lionel Messi, quien en el transcurso de la semana se encargó de dejar en claro que no le gusta jugar con el conservador esquema 5-3-3 elegido por el técnico para enfrentar a los bosnios en el debut.
“Somos Argentina: no podemos fijarnos en el rival”, fueron las palabras elegidas por Messi, el lunes pasado, horas después del triunfo ante Bosnia-Herzegovina. Pero aún retumban en los oídos de Sabella. Y lo harán por algún tiempo.
“No me molestaron en absoluto las palabras de Messi. Ya lo había dicho muchas veces, que él se sentía más cómodo jugando con un 4-3-3. No dijo nada nuevo, además, lo hizo con mucho respeto”, destacó Sabella, ante la atenta mirada de todos los periodistas presentes en la sala. Lógico.
¿De qué le habría servido prolongar una situación en la cual su gusto personal y el del crack y capitán del equipo jamás coincidirán?
Con un tono monocorde, en cada una de sus respuestas, sin llegar al ‘modo Bielsa’, Sabella marcó la cancha y priorizó la paz del grupo. Lo hablado, hablado está. Sobre todo, aquellas palabras que cruzó con los referentes del plantel en la intimidad, en el seno del plantel. Algo que, seguramente, jamás saldrá a la luz, al menos de su boca. Sobre todo, si los resultados acompañan al equipo en la Copa.
A diferencia de las horas previas al debut, Sabella confirmó que mañana Argentina arrancará con el esquema 4-3-3 que tanto le gusta a Messi & Cía. Incluso, lo definió como el esquema “madre” de esta Selección. Eso sí, al ser consultado por su predilecto 5-3-2 adelantó que él “no cierra ninguna puerta y ninguna posibilidad” y ratificó que en caso de considerarlo necesario, volverá a utilizarlo. Lógico.
Medido y mesurado también imaginó en voz alta cómo podría llegar a ser el desarrollo del partido de mañana ante Irán. Alertó que las altas temperaturas, el cambio de horario, y el piso del estadio Mineirao podrían ser puntos a tener en cuenta a la hora de evaluar el nivel que tendrá el equipo.
Pero una y otra vez, Sabella insistió en la calidad humana del grupo, del buen ambiente que existe. Habló de sus posibles errores, de su búsqueda por encontrar las mejores respuestas para que el equipo llegue lo más lejos posible en la Copa.
Tras las palabras de Messi, Sabella pudo patear el tablero, poner las cosas en lugar y dejar en claro que es él quien toma las decisiones. No lo hizo. No está en su forma de ser. Al contrario. “Acá hay libertad, cada uno dice lo que quiere. Soy quien manda a los jugadores a hablar con la prensa, después de Bosnia pude mandar a cualquiera, pero mandé a Messi para que fuera y hablara de lo que él quisiera. Ustedes tienen contacto con los jugadores, pregúntenles”, les pidió a los periodistas.
Así Sabella, tras la primera semana en la cual su trabajo estuvo en la boca de la tormenta y su apellido se repitió en millones de ocasiones en todo el mundo, mantuvo la misma postura de siempre. Moderado, centrado, humilde, con palabras claras y conceptos cortos. Con su visión futbolística, su escuela, priorizando al grupo por encima de todo, con sus decisiones cuestionadas, con sus errores y su método. Con su coherencia. Guste, o no.