Muchos piensan que la economía no influirá en el presente proceso electoral que atraviesa la Argentina. La inflación disminuyó 10 puntos porcentuales, el gobierno administra a voluntad la evolución del dólar oficial y la actividad económica dejó de caer. Sin embargo, el próximo gobierno (el que gane) inexorablemente deberá ocuparse en serio de nuestra economía, sea que anticipa y corrige los problemas heredados o porque directamente la estanflación con atraso cambiario se le impone y lo obligará a proceder. Buena apariencia para una economía no tan sana. La intrascendencia de la economía en las elecciones, seguro se daría si las mismas (las PASO, la primera y eventualmente la segunda vuelta) fuesen hoy. Pero la realidad del segundo semestre no es la foto actual, sino una inquietante película de final incierto.

Por un lado, está el consumo y todo lo que significa para nuestra población. El índice de confianza del consumidor viene creciendo desde hace más de doce meses. Tanto la evolución del dólar oficial, como la de la inflación han sido y serán importantes variables explicativas de esta mayor fe de quienes consumimos en la economía argentina. Aún el consumo no pudo superar a la inflación, en indicadores tales como las ventas en shoppings o en supermercados. Sin embargo, los recientes acuerdos salariales de muchos sectores económicos, sobre el cierre del segundo trimestre, inflarán los bolsillos de la gente y esto juega a favor de un aumento del consumo durante el tercer cuarto del año en curso. En el margen, los ajustes de las jubilaciones y de la asignación universal por hijo también impulsarán el consumo.

Pero, por otro lado está el dólar (no el oficial) en sus diferentes versiones; el blue, el contado con liqui y el dólar bolsa, que siempre resultó ser muy tentador en los procesos electorales de la Argentina. Hasta junio de 2015, la estabilidad del mercado cambiario fue absoluta. ¿Por qué? Primero, el mercado estaba convencido que quien asumiera en diciembre de 2015, iba a modificar la política económica actual. Además, el gobierno armó una bicicleta financiera para el ahorrista, asegurando una tasa de interés que duplique a la devaluación oficial (aunque la inflación superase a las dos), sustentada por una suba de las reservas internacionales (sólo cosméticas, alcanzando casi u$s 34.000 millones) y sin expansión monetaria. Ahora bien, en junio de 2015 ya no es tan seguro que haya cambio de la política económica desde el 11 de diciembre de este año, empezó la expansión monetaria de modo considerable y la bicicleta financiera ya no es tan atractiva para los depositantes argentinos. Y hacia adelante, ¿qué?; la primer amenaza son los $ 200.000 millones que el Tesoro Nacional necesita y que hoy tiene como principal proveedor al Banco Central de la República Argentina. Si a eso le agregamos que las reservas internacionales proyectadas, en principio serán menores que los registros actuales; luego el pronunciado atraso del tipo de cambio oficial será más negativo que positivo, en términos de la coyuntura económica argentina.

- La política económica de los próximos 100 días:

Hasta junio, ni el consumo, ni el dólar alternativo al oficial habían hecho goles en el partido de la economía, con premio en la política. En junio el dólar libre abrió el marcador y ahora en julio el consumo estará haciendo su gol. Lo ideal para el oficialismo sería que el consumo siga creciendo, sin alteración del mercado cambiario.

Pero hay que tener mucho cuidado, ya que si el gobierno nacional prioriza el consumo; el contra-ataque del dólar libre puede resultarle fatal. Luego; es muy importante analizar el tipo de política económica que el gobierno nacional está desarrollando para ver la perspectiva de este match económico que tendrá incidencia en el resultado de las elecciones nacionales. Hoy la política fiscal es super expansiva, con el gasto primario creciendo al 40% interanual, en tanto que los ingresos ajustados apenas suben al 30%. Es el doble el impulso fiscal en este año, respecto de los 3 años anteriores. Sin duda que la dominancia fiscal está operando sobre la política monetaria, con un alza de la emisión primaria de dinero que casi duplica a la del año 2014. La base monetaria en la actualidad crece cerca del 35% interanual, cuando un año atrás subía menos del 20% anual.

Está claro que la presente política monetaria y fiscal tiene un sesgo muy expansivo, que por un lado tendría que impulsar el consumo (esto no fue lo que pasó en el segundo mandato de la presidente), aunque por otro lado también es un factor de riesgo creciente, tanto inflacionario, como cambiario, que lamentablemente es el problema que padeció la economía argentina en los últimos cuatro años. Cuando se observa la evolución de los depósitos privados, respecto de los préstamos al sector privado (casi 40%, contra menos del 30% de suba interanual, respectivamente) se concluye que la actual política monetaria, fiscal y cambiaria está dando muy poco rédito en términos de actividad económica y si acumula un considerable riesgo cambiario.

A no dudarlo; la política monetaria y fiscal, más la política cambiaria y de financiamiento que practique el gobierno nacional, desde ahora hasta las elecciones, será muy relevante en la elección del próximo presidente de todos nosotros.