El tramo final de la campaña presidencial encuentra a la Argentina con los pies en el barro de la política. Allí, donde se reproducen las chicanas, los carpetazos y las denuncias judiciales, en una sucesión de hechos que alimentan la incertidumbre y que, por encima de los intereses políticos, ponen en riesgo a un país que refleja en los índices de pobreza las consecuencias de una elevada inflación, ya que sacuden la delicada estructura sobre la que se asienta la economía. Jugada por demás peligrosa no solo para quien hoy ejerce el poder, sino también para quien pretenda hacerlo a partir del 10 de diciembre próximo. El escenario de agitación cambiaria, que derivó en la denuncia del presidente Alberto Fernández contra el candidato libertario Javier Milei por desaconsejar la renovación de plazo fijos y denostar al peso, forzó a que el ministro Sergio Massa se corriera de la actividad proselitista para procurar contener a los dólares financieros, en medio de operativos contra las cuevas que pusieron una pausa a la escalada del blue. En esa línea, anotó las nuevas medidas para inversores extranjeros que restaron volumen al CCL, junto con los anuncios por u$s 10.000 millones que incluyen la activación del segundo tramo del swap con China, el dólar para la minería y la licitación del 5G, entre otros. Desde aquellos lejanos $ 20 que costaba un dólar a fines de abril de 2018, cuando se desató la corrida contra el peso durante el gobierno de Mauricio Macri, hasta las cuatro cifras que muestra el blue hoy, la moneda argentina ha quedado siempre expuesta a todo tipo de factores. Y si bien la emisión ha tenido un impacto decisivo en la suba de la inflación -según revelará el Indec, en septiembre también alcanzó las dos cifras por el traslado a precios de la devaluación post PASO- y la dolarización forma parte de la oferta electoral que presenta Milei, los analistas recuerdan que no hay memoria de que un candidato a presidente haya llamado explícitamente a ahorrar en moneda extranjera. Algo a lo que gran parte de la población, sin capacidad de ahorro, no puede acceder. Por el contrario, queda desprotegida ante una potencial mayor aceleración de precios por la pérdida de poder adquisitivo del peso. El tiempo para la elección ya no se mide en días sino en jornadas cambiarias que, tras el doble feriado que se inicia el viernes, dejará solo cuatro ruedas por delante antes de pasar por las urnas. Quizá sea momento para dejar el barro y plantear un camino de recuperación y crecimiento que todos puedan recorrer.