Apenas asuma el gobierno, Mariano Rajoy deberá tomar el toro por las astas y comenzar a aplicar recortes del gasto en un escenario social signado por una tasa récord de desempleo.Los mercados están ansiosos porque la prima de riesgo está cerca de los 500 puntos y el déficit supera con creces las exigencias de la UE. Si no actúa con celeridad, los inversores reaccionarán con desconfianza y el país puede desbarrancarse al default (para 2012 tiene 330.000 millones de vencimiento de deuda).
Su categórico triunfo en las urnas demostraría el convencimiento del electorado de que, más allá de las ideologías, el país no tiene muchas opciones más allá del ajuste. El resultado sin embargo no lo liberará de los indignados que ya anunciaron la continuidad de sus protestas pese a la promesa de Rajoy de que no habrá recortes en el sistema de pensiones, la eduación o la salud. Los que sí resultarán afectados son los empleados públicos. En España hay más de 3,2 millones de funcionarios y más de 4.000 empresas estatales fruto de la época del boom económico y que ahora resultan imposible de sostener.
Después de dos derrotas electorales frente a Zapatero (2004 y 2008) Rajoy tiene ahora en sus manos la oportunidad de oro de demostrar su capacidad de liderazgo para cumplir con el anhelo de todos los españoles: sacar al país de la crisis y recuperar la senda del crecimiento.