La temperatura en la campana electoral en Brasil sube minuto a minuto, como los 39 grados de sensación térmica que abraza las calles de San Pablo. Allí, se cruzan los seguidores de la presidenta Dilma Rousseff y del opositor Aécio Neves. Con gorros, banderas y stickers, cada simpatizante defiende su terreno en la transitada Avenida Paulista, el centro financiero del histórico Estado opositor al Partido de los Trabajadores. La postal electoral es muy diferente a la que suele verse en Argentina en época de comicios: las calles no están empapeladas de propaganda política por una normativa del Tribunal Superior Electoral.
"En la campaña anterior me llegaron a pagar 100 reales por cubrir mi auto con afiches partidarios", explica Luis, un taxista paulistano.
Por este motivo, la herramienta más eficiente con la que cuentan los candidatos son los actos públicos y la movilización de su aparato propagandístico en cada calle de Brasil. Es que a poco menos de una semana de la segunda vuelta, las encuestadoras afirman que Dilma y Aécio mantienen un empate técnico.
En este escenario, el comando del PSDB alista a su seguidores para un evento de campaña. Allí reparten flyers con el plan de gobierno del candidato tucano. "Brasil puede ser mejor, el cambio comienza hoy", dice uno de los slogans.
El abanico de participantes es variado. Un par de oficinistas que salen de sus trabajos a la hora del almuerzo toman una bandera del PSDB y permanecen atentos a lo que relata el conductor del acto:
"El PT debe entender que quienes votamos a Aécio somos gente de trabajo. No somos millonarios", exclama el orador desde el micrófono.
"Necesitamos un Brasil mejor, estoy seguro de eso. Este país tiene todo para crecer. El PT hace 12 años que está en el poder. Ya pasó su tiempo", afirma Carlos mientras ordena su carrito.
En una de las esquinas también se lo ve a Eduardo Jorge, líder del Partido Verde, que anteriormente tuvo en sus filas a Marina Silva. Al igual que la ex candidata ambientalista, Jorge abandonó el PT en busca de otro con "conciencia verde". Mientras el centro de San Pablo se mueve con primacía tucana, en la periferia del Estado el oficialismo redobla esfuerzos. En Itaqueira, donde el gobierno levantó el nuevo estadio de Corinthians para la Copa del Mundo, se aloja un cordón de viviendas populares. Esa zona tiene históricos lazos con el PT debido a los programas sociales, como Bolsa de Familia, una de las banderas de la gestión Lula. Cerca del Estadio hay un mercado de alimentos al aire libre. Allí, varios feriantes tienen en sus puestos una foto de Dilma y stickers del PT. Sin embargo, los indecisos también se hacen escuchar. Sienten que el gobierno no ha cumplido con todas sus promesas a lo largo de estos 12 anos. "Quizás sea tiempo de cambiar", se murmura en los pasillos de la feria.