Ante los grandes desafíos de carácter estructural que enfrenta la Argentina para convertirse en una potencia exportadora, es de gran utilidad repasar el pensamiento de Hernán Büchi, ministro de Hacienda de Chile (1985-1989), durante la segunda etapa del régimen militar chileno. Se pueden encontrar allí una serie de principios presentados por este exitoso y moderado hombre de estado, de visión clara y con capacidad de implementación, que son hoy muy pertinentes para la Argentina.
Bajo el encabezado “con el sector externo no se juega , en su libro La transformación económica de Chile (2008), Büchi escribió que Chile es un caso que prueba la efectividad de las estrategias de desarrollo basadas en el crecimiento del sector exportador. A su vez afirmaba que, hasta donde llegaba su conocimiento, prácticamente no hay países que hayan logrado el desarrollo, en esta época, por otra vía.
Aunque claramente el caso de Chile presentaba en los años setenta y ochenta grandes diferencias con la estructura productiva argentina actual, Büchi expone algunos principios en cuanto a impulsar exportaciones, que son relevantes para nuestro país.
Vale recordar que Chile había abierto unilateralmente su comercio exterior durante el gobierno militar de Augusto Pinochet. El modelo de desarrollo chileno de los años 70 y 80 contempló inicialmente la exportación de productos minerales -principalmente cobre-, a los que se fueron agregando frutas, vinos, y productos elaborados en base a papel, madera y salmón. Luego de la llegada de los gobiernos democráticos en 1990, estos buscaron obtener concesiones recíprocas de parte de las naciones que ya exportaban a Chile, que fueron materializándose a través de tratados comerciales.
Las importaciones generadas en base a la apertura unilateral, y luego recíproca, no tendrían un severo impacto en sus sectores productivos, dada su reducida base industrial. Para Búchi, una variable fundamental dentro de una estrategia exportadora es el tipo de cambio real, y señalaba que él era uno de los que creen “mejor pasarse de largo que quedarse corto .
El tipo de cambio y la inflación
Señala que no debe confundirse tipo de cambio real alto, para lo que se requieren medidas reales, con tipo de cambio nominal alto, que puede desembocar en alzas nominales e inflación. Considera que el desarrollo de las exportaciones necesita no sólo de un tipo de cambio favorable hoy, sino que también lo sea a largo plazo. De otra manera, difícilmente la política cambiaria va a ser capaz de dinamizar las inversiones, que es lo que genera el crecimiento.
Según Büchi, el tipo de cambio no es el único factor necesario, sino que debe ser parte de un conjunto de elementos micro y macroeconómicos dirigidos a mejorar la competividad. Segun el ministro, los más importantes son: 1) no exportar impuestos, 2) liberar sectores o áreas reservadas o prohibidas con potencial exportador, y 3) dar apoyo para penetrar mercados externos. Estas medidas son parte de un conjunto indispensable de condiciones, que deben basarse en una convicción de la autoridad sobre la necesidad de darle una oportunidad al desarrollo hacia afuera del país.
Para el caso de los países latinoamericanos --que representan sólo alrededor del 5% del PBI mundial-- Büchi afirma que no hay otra opción que tomar las oportunidades que da el mundo, aunque éstas están reducidas respecto de su potencial teórico. Según él, que los latinoamericanos nos encerremos en el 5%, y neguemos prioridad al 95% del producto mundial, es una estrategia probablemente perdedora.
En este contexto es que hay que plantearse cómo la Argentina puede pasar del 10% del PBI que representan hoy sus exportaciones, como primer objetivo a un 15%, y como segundo a un 20%. Como ejemplo, las exportaciones chilenas pasaron de ser un 10-12% del PBI en los años 70, a 33% en 1990, para llegar a un pico de 45% en 2007, y ubicarse hoy en un rango de 24-26% del PBI. Las exportaciones argentinas, que crecieron sólo un +0.9% en 2017, y un +1.9% en el 2016, hoy están en un rango de 10-11% del PBI, luego de alcanzar un pico de 16% en 2011.
Notablemente, las exportaciones chilenas superaron a las argentinas en 2016, en términos absolutos ( 59.884 vs. 57.879 millones de dólares). Para llegar a los niveles de exportaciones señalados se necesita una clara y firme visión por parte de la administración Macri, y un verdadero cambio estructural de nuestro sistema productivo, logístico e impositivo. Si bien una estrategia coherente no garantiza el éxito, su ausencia es una confiable vía hacia el fracaso.
Vale entonces recordar lo expresado por el canciller alemán Helmut Schmidt: “mientras más timida y dubitativa sea la clase política para recorrer el camino elegido, más accidentado, menos planeado y hasta caótico se tornará el cambio de tipo estructural que se quiere implementar . Ante este escenario, será difícil que tanto empresarios como trabajadores tengan al bien común como el principal criterio al momento de tomar decisiones.
Schmidt concluía diciendo “Un cambio de naturaleza estructural solo se materializará en tanto éste aumente el bienestar de la nación, y sólo en la medida en que la clase política tenga una noción acertada de cuál es su tarea a mediano y largo plazo, y asuma esta responsabilidad .