

Con grandes conflictos geopolíticos y bélicos en el mundo, la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial está latente. En ese contexto, se analizan las posibles consecuencias de un invierno nuclear, un escenario climático que oscurece el cielo, baja la temperatura y frena la agricultura.
Un equipo internacional simuló qué pasaría con el cultivo más sembrado del mundo: el maíz. Sus resultados buscan orientar políticas de preparación, según la universidad.
La investigación, publicada en Environmental Research Letters, corrió miles de simulaciones con el modelo Cycles. Analizó seis niveles de conflicto y su impacto en la producción de maíz global.
El dato que hiela: cuánto caerían las cosechas
En una guerra nuclear a gran escala, con hasta 165 millones de toneladas de hollín en la atmósfera, la producción de maíz caería cerca de 80%. Según el New York Post, que reportó sobre el estudio con declaraciones de los autores, debemos estar preparados para efectos que durarían años.

El equipo advierte además que el aumento de UV-B por destrucción de ozono dañaría tejidos vegetales y agravaría la caída. Ese pico de radiación llegaría entre 6 y 8 años después del conflicto, y restaría otro 7% a los rendimientos, para un peor caso cercano a -87%.
La propuesta inesperada: kits para seguir sembrando
Los científicos plantean kits de resiliencia agrícola con semillas de variedades de ciclo corto y tolerantes al frío, listas para distribuir por región y clima. Con adaptación, la producción podría mejorar hasta 10% frente a no hacer nada, aunque la disponibilidad de semillas sería un cuello de botella.
Los autores insisten en elevar la conciencia pública y coordinar planes previos entre gobiernos y sistemas de extensión rural, porque tras un choque así las cadenas de suministro quedarían frágiles.

Algunos preparativos incluyen:
- Preparar bancos de semillas por zonas agroclimáticas.
- Diseñar protocolos de distribución y multiplicación de semillas.
- Campañas de información para comunidades agrícolas.









