

La incertidumbre que rodea el interior de la Luna ha llevado a equipos de investigación de diversas partes del mundo a analizar minuciosamente los datos provenientes de misiones espaciales y modelos geofísicos. ¿Qué hay realmente en el corazón de la Luna? Las hipótesis que han surgido a lo largo de los años han suscitado intensos debates, pero la ciencia parece haber alcanzado finalmente una respuesta definitiva.
En los últimos años, los científicos han buscado desentrañar los secretos más profundos del satélite natural de la Tierra. La Luna, que ha sido fuente de mitos y exploraciones desde tiempos antiguos, aún oculta enigmas que comienzan a ser esclarecidos. Uno de estos misterios reside en su interior, un aspecto crucial para comprender no solo su historia, sino también la del sistema solar.
Lejos de una estructura uniforme, la parte interna de la Luna proporciona pistas sobre cómo evolucionó y por qué su campo magnético desapareció hace miles de millones de años. Este descubrimiento no solo reconfigura el mapa lunar, sino que también establece comparaciones inevitables con el interior de la propia Tierra.
Investigadores exploran el interior de la Luna
Un análisis -publicado en Nature el pasado 14 de mayo- confirmó que el núcleo de la Luna está compuesto por dos capas bien definidas. La capa externa es fluida y presenta un radio aproximado de 362 kilómetros, mientras que la capa interna es sólida, con un radio de 258 kilómetros. Esta última exhibe una densidad cercana a la del hierro, aproximadamente 7822 kg/m3, lo que refuerza la similitud con el núcleo terrestre.
En conjunto, estas capas abarcan el 15% del radio total del satélite. Con este modelo, los investigadores validan lo que la NASA había sugerido en 2011: que la Luna comparte más semejanzas con la Tierra de lo que se había considerado previamente, incluso en su estructura más profunda.

Los secretos del interior lunar
La confirmación del núcleo sólido proporciona respuestas sobre el campo magnético que alguna vez existió en la Luna. Según los investigadores, la actividad interna generó corrientes eléctricas que dieron lugar a un campo magnético intenso durante los primeros mil millones de años de su formación.
Sin embargo, a medida que el núcleo comenzó a enfriarse y perdió su dinamismo, ese escudo protector desapareció. Comprender este proceso no solo contribuye a reconstruir la historia geológica de la Luna, sino que también ofrece claves para entender la evolución de otros cuerpos celestes y su potencial habitabilidad en el vasto universo.











