Apenas semanas después de su elección, el Papa León XIV ya había dejado en claro que su estilo de gobierno en el Vaticanono sería una simple continuidad del de su predecesor.
En una decisión inesperada y cargada de simbolismo, resolvió reinstaurar una costumbre que Francisco había descartado: entregar una gratificación económica a los empleados de la Santa Sede como gesto de inicio de su pontificado.
La medida, confirmada por fuentes internas del Vaticano, significó que cada trabajador recibiera 500 euros adicionales en la nómina del mes. Para muchos, fue una señal de que volvía un aire más ceremonial a la Iglesia, después de los años de recortes y simplificación protocolar impulsados por Francisco.
Es un reconocimiento al esfuerzo de quienes sostienen el funcionamiento cotidiano del Vaticano, comentó entonces un empleado vinculado a la Gobernación. El pasado 24 de mayo, León XIV se reunió con los trabajadores en el Aula Pablo VI, en un encuentro marcado por gestos de cercanía y agradecimiento.
León XIV y el regreso de las gratificaciones en el Vaticano
Desde los primeros días de su pontificado, León XIV mostró una sensibilidad particular hacia el mundo laboral. Su elección de nombre no fue casual: quiso rendir homenaje a León XIII, el papa que en 1891 publicó la encíclica Rerum Novarum, considerada un texto fundacional en la doctrina social de la Iglesia.
Con la restitución de esta gratificación, León XIV no solo recuperó una tradición eliminada por Francisco, sino que envió un mensaje claro: la Iglesia debía valorar de manera concreta a quienes, desde roles administrativos y operativos, garantizan su funcionamiento diario. El Papa quiso iniciar su camino agradeciendo de forma tangible a los trabajadores, más allá del salario, explicó una fuente cercana al Aula Pablo VI.
La decisión generó comparaciones inmediatas con el estilo de Francisco. Durante su pontificado, el papa argentino había eliminado estos bonos y aplicado recortes a la Curia Romana, argumentando la necesidad de austeridad financiera y de mantener una Iglesia pobre para los pobres.
León XIV, sin apartarse del compromiso social, dio señales de querer rescatar el peso de las formas históricas y los gestos simbólicos.
Entre la austeridad de Francisco y los gestos de León XIV
La elección de León XIV marcó un cambio de rumbo en la conducción de la Iglesia. Si Francisco apostó a la sobriedad y la reducción de gastos, su sucesor pareció convencido de que lo ceremonial y lo institucional también podían cumplir un rol pastoral.
El retorno de estas gratificaciones muestra una visión de la Iglesia en la que la tradición se utiliza como recurso pedagógico, señaló en su momento un analista religioso en Italia.
Aunque el bono de 500 euros resultó modesto frente al presupuesto total del Vaticano, el impacto simbólico fue enorme: un gesto de gratitud desde la cúspide hacia quienes sostienen el día a día del Estado más pequeño del mundo.
Este regreso de una práctica que muchos creían descartada para siempre no significó necesariamente una ruptura con el legado de Francisco, sino más bien una reinterpretación. Para León XIV, la tradición no era un obstáculo al cambio, sino una herramienta para comunicar valores en el inicio de su pontificado.
Con información de EFE.-